LIBRO SOBRE EL TORTUOSO CAMINO DE LA AGENCIA EVALUADORA DE TECNOLOGÍAS SANITARIAS

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La creación de la AGNET, la agencia evaluadora de tecnologías sanitarias, atraviesa un tortuoso camino de final incierto y se ha convertido en otra de las promesas incumplidas del gobierno, señalaron expertos durante un debate organizado por la Fundación Sanatorio Güemes.

El debate enmarcó la presentación del libro “Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias en Argentina” ¿Por qué, para qué, cómo?”, interrogantes sin respuestas, con muchas incertidumbres y pronósticos que oscilaron desde el pesimismo a un moderado optimismo. Pesimismo basado en las evidencias. Optimismo por decantación de proyectos y las urgencias de financiamiento de su sistema de salud judicializado.

Javier Vilosio, profesor adjunto de Salud Pública del Instituto Universitario del Hospital Italiano y subdirector de la Maestría en Gestión de Sistema de Salud de la Facultad de Medicina de la UBA, además de ser uno de los autores del ensayo, fue quien aportó la visión más crítica sobre el “tortuoso” camino de la AGNET,    

“El proceso político de creación de AGNET todavía está en curso. El trámite político tiene mucho de tribulación es un trámite tortuoso y a tres años no ha logrado plasmarse en  la ley”, lamentó Vilosio durante la presentación..

Vilosio recordó que el  Ministerio de Salud en junio de 2016 al establecer su agenda de prioridades incluyó la creación de la agencia, proyecto que ingresó en agosto de 2016 al Congreso Nacional.

“El proyecto enfatizaba en la agencia para reducir la conflictividad y la judicialización del sistema de salud. Que es un problema real y serio que tiene el sistema de salud. Pero la mayoría de los juicios tiene que ver con lo que no se cumple y que ya está en el PMO”, explicó Vilosio.

El autor sutilmente descalificó el derrotero parlamentario del proyecto al mencionar que “la discusión política en el lugar donde debía decidirse esta ley puso en evidencia de que había poca información (entre los legisladores) sobre lo que debía decidirse. Finalmente hubo dos proyectos en 2017 que quedaron en la Comisión de Salud de Diputados”, lamentó. Ambos proyectos apañados por el oficialismo en una estrategia cuanto menos confusa.

Vilosio, que en el libro transcribe tramos de ese desconcierto legislativo, debió aclarar que “yo vote a este gobierno”, aclaración para que algunos de sus comentarios irónicos no fueran interpretados desde una posición opositora.

“Hablar de salud en Argentina es hablar de gobierno y sindicatos que tampoco son pluralistas, están alineados en una tradición política muy fuerte”, completó Vilosio.

Esteban Lifschitz, impulsor intelectual del ensayo y director de la carrera de Especialista en Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la Facultad de Medicina de la UBA, quiso ser menos pesimista que Vilosio, aunque en definitiva su visión del sistema de salud de Argentina fue también cuestionadora del modelo.

Lifschitz propuso una metáfora sobre una familia “muy numerosa de apellido Argentina  que no son ricos pero se creen europeos”  en la que “los abuelos deciden que deben cubrir sus hijos a los nietos”. Los padres son cuatro: obras sociales nacionales y obras sociales provinciales que “son mellizos” el  sistema público y las empresas de medicina privada.

“En lo público, el hermano mayor,  te cubren todo pero la lista de espera es interminable. Y los padres tienen distintas colas.  Más larga o más corta como en las Aduanas de los aeropuertos  o en algunos casos ni te sellan el pasaporte”,  prosiguió con la metáfora.

De acuerdo al esquema de esta familia “Papa y Mama otorgan o más conocido por sus siglas PMO”, sintetizó el panelista con su juego de palabras, aunque con complejidades del sistema que están detalladas en el libro.

“Los prescriptores son los que finalmente deciden lo que hay que cubrir. Serian los vecinos que le indican a los hijos lo que deben reclamar a los prestadores o sea a los padres”, agregó.      

La metáfora de la familia llamada Argentina prosigue  cuando  aparece una asociación que presiona por las vacaciones en el exterior que va a hablar con los abuelos para que estos le impongan a los hijos que paguen vacaciones en el exterior a los nietos pese a que cuestan diez veces más que en Argentina.

“¿Pero es un desenlace relevante que una playa quede a dos metros menos del mar?”, preguntó.

Lifschitz  afirmó que “ni la industria es el malo de la película ni podemos obviar  qué chances tenemos de discutir con una multinacional sobre desenlaces relevantes para nosotros cuando esto está ordenado por una global que no está en Argentina”.

El  libro – explicaron los autores- incluye análisis comparativos con ocho países, tres sudamericanos y el resto europeos sobre las agencias evaluadoras.

Lifschitz enumeró que “en Inglaterra son dos (NICE es la más conocida, vinculante e independiente del gobierno, tiene un esquema de rentabilidad de precios) y en Francia son cuatro las que deben pronunciarse, una define innovación y otra autoriza precios. En Alemania son tres entidades. Una define al precio de ingreso al mercado de acuerdo a la novedad y eficacia. En España son ocho entidades juntas en una red con decisiones consultivas y resolutivas. Brasil tiene cuatro. México tiene un sistema poco transparente”.

Al elaborar un ranking sobre la capacidad vinculante de las agencias, Alemania y Suecia fueron colocadas al tope, escoltadas por Reino Unido y Francia.  

Lifschitz resaltó que “el dialogo temprano es herramienta fundamental  para encontrar momentos para regular el mercado, cobertura, financiación… para discutir lo que necesitamos y no que parte del menú nos ofrecen. Lo que no se es cómo podemos llevarlo a la practica en el contexto de nuestro sistema de salud, pero hay que encontrar la manera de convivir”.

El debate coordinado por  Mario Lugones, presidente de la Fundación Sanatorio Güemes y director de la Maestría en Gerenciamiento de Sistema de Salud,   contó con la presencia de Iñaki Gutierrez Ibarluzea, coordinador de la agencia vasca de evaluación tecnologías sanitarias OSTEBA. 

OSTEBA “elabora protocolos de práctica clínica con el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud  y estamos identificando tecnología de bajo o nulo valor  hicimos listado de obsolescencia  con recomendaciones de no financiar” lo que generó  una demanda de un proveedor que “por poco nos lleva a la cárcel”, comentó ante el auditorio.

“Estamos en un matrimonio bien avenido  con asociaciones científicas españolas porque nosotros no sabemos de patologías y ellos no saben de metodologías”, reforzó sobre el funcionamiento de la agencia vasca.

A diferencia de conceptos elogiosos sobre el modelo inglés, el funcionario vasco aseguró que “NICE no tiene dientes. Los prestadores hacen lo que se les da las ganas. El Reino Unido  son cuatro nacionalidades que toman diferentes decisiones”.

Según Gutiérrez Ibarluzea, NICE solo sería eficiente para fijar “costos de efectividad para medicamentos, para lo demás es menos transparente”.

“En España los informes de las agencias son públicos y los tomadores de decisiones deben revertirlos. Si decimos que no a una nueva tecnología no es incorporada al sistema nacional de salud y por lo tanto no es reembolsable”, subrayó.

Zulma Ortiz ex ministra de salud de la provincia de Buenos Aires, desde el auditorio apuntó: “No tenemos agencia pero ya tenemos un libro”.

El ex ministro de Salud Aldo Neri, también desde el auditorio agregó que  el problema en Argentina es que “el decisor político no tiene interés en nuestro medio. Hay omisión de salud en todos los proyectos y eso incide mucho”.

“Inglaterra pudo crear el sistema nacional de salud porque Inglaterra estaba destruida después de la guerra. Hoy nadie tiene proyecto de salud ni proyecto global”, completó.

Entre los autores del ensayo figuran también Federico Tobar, Hugo Catalano, Gabriela Hamilton, Ariel Izcovich, Evangelina Martich, Sebastián Tobar y Ricardo Watman.

El debate completo en: http://www.fsg.org.ar/20181129.htm