CONVENIO CON EL PAMI, ENTRE LUCES Y SOMBRAS

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La industria farmacéutica renovó el convenio con el PAMI por un año más, sobre la hora de vencimiento del acuerdo precedente a fines de agosto y sin discutir la “letra chica” y, en especial, el sistema de descuentos, como pidieron muchos laboratorios, pequeños y medianos.

   Las ventas a través de PAMI representan el 30 por ciento de la facturación de la industria, pero el sistema que comenzó a “hacer ruido” como dijo el secretario de Comercio Guillermo Moreno, no aporta beneficios parejos para todos.

   Voceros de la industria admitieron que el convenio “sigue como está” porque no “hubo margen para discutir” y beneficia en especial “a los laboratorios que le venden oncológicos al PAMI”.

   El PAMI paga el cien por ciento de los oncológicos, insulina, tiras reactivas y medicamentos para hemofilia, entre otros de alto costo,  cuyos proveedores son laboratorios multinacionales que además importan y fijan los precios beneficiados por el  monopolio de mercado.

  “Los laboratorios de oncológicos no quisieron ni tocar ni una coma, aceptaron que el PAMI renovara el convenio tal como estaba. La mayoría son multinacionales que están encantados con el PAMI porque compra sin licitación”, expresó un empresario nacional a Pharmabaires.com.

   Otro ejemplo: “hay un medicamento oncológico para el cáncer de mama que al PAMI le cuesta 16 mil pesos mensuales y lo recetan como aspirinas”, agregó otro vocero del sector nacional.

      Luciano Di Cesare, el titular del PAMI no dejó margen para la discusión, desde el momento que fue categórico ante los representantes de la industria: “no hay un peso mas”. El mensaje del funcionario fue preciso: “Tómalo o déjalo”.

  “Muchos hemos perdido rentabilidad y queríamos discutir con el PAMI los descuentos que tenemos que afrontar desde la industria. Pero la mayoría no quiere sacar los pies del plato”, admitió el directivo de un laboratorio mediano nacional.

  La industria deberá seguir afrontando el descuento del 26 por ciento sobre el precio de venta al público que otorgan al PAMI, al que se le suma otro 13 por ciento que afrontan los farmacéuticos.

  Los farmacéuticos, que han pedido recientemente la intervención de Moreno y que volverán a compartir su mesa en breve, quisieron reducir ese descuento al 10 por ciento, pero por ahora no pudieron.

  El otro tema conflictivo es la aplicación de la resolución 337 del PAMI que otorga subsidios para quienes no pueden afrontar la compra de medicamentos de alto costo.

   Di Cesare prometió revisar el sistema para que sea “más efectivo” y evitar los excesos. Desde la aplicación del beneficio, el volumen se multiplicó y representa para el PAMI una sangría que agudiza los 1.300 millones de pesos que desembolsa mensualmente en copagos.

   “El sistema hace ruido” dijo Moreno a los representantes de la industria, las droguerías y los farmacéuticos. Y en este caso, sin duda el modelo parece agotado. “Pero, ¿quien se anima a decirle a los afiliados que no corre más el copago y menos en un año electoral?”, señalaron voceros de la industria.

     El subsidio implica que el farmacéutico entrega el medicamento sin recibir un peso, lo que conspira contra su rentabilidad. Luego, el subsidio se transforma en una nota de crédito para el laboratorio,  es decir un papel que convertirá en dinero varios meses después. Cuando no había inflación no había problemas. Pero en estos días...     

   El problema, coinciden de un lado y otro del mostrador, es que los medicamentos aumentaron menos que la inflación en los últimos cuatro años. El promedio autorizado por Moreno fue del 11 por ciento anual en un país donde la inflación fue del 25 por ciento. En ese corset, todos pierden, industria y farmacias.

    En consecuencia, “también las farmacias tienen menos ganancias, porque reciben menos por la venta de medicamentos y al mismo tiempo crecieron los costos laborales y de funcionamiento”, explicaron voceros de la COFA.

   El  convenio PAMI deja abierto varias interrogantes para el futuro de los laboratorios medianos y pequeños, aquellos que no importan oncológicos ni venden a precios abusivos que paga el PAMI, las obras sociales, los aportantes a las prepagas y, en definitiva, el Estado.

“En este país, los medicamentos oncológicos se venden mejor que en cualquier otra parte del mundo. Entonces, no tienen nada que reclamar”, completaron los voceros de la industria.