T-MEC: PHRMA LAMENTA Y LOS DEMÓCRATAS FESTEJAN

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PhRMA, la cámara de las multinacionales farmacéuticas estadounidenses sangra por la herida a causa de la derrota sufrida en el nuevo tratado de América del Norte (T-MEC), mientras que los demócratas se adjudican la victoria de haber impedido que se consolidara otro monopolio de mercado y en México los empresarios locales vislumbran una competencia mas pareja.

“Esta es una de las primeras veces que hemos visto perder a las farmacéuticas”, destacó el representante demócrata Earl Blumenauer,  presidente del Subcomité de Comercio y miembro del subcomité de Salud.

Los laboratorios estadounidenses “tienen un historial impresionante porque constituyen una fuerza política enorme. Se gastan muchísimo dinero en cabildeo, publicidad y contribuciones de campaña, pero nos mantuvimos firmes y ganamos en todos los sentidos”, subrayó el representante demócrata de Oregón, experto en tratados de libre comercio y negociaciones con la OMC.

Los demócratas distribuyeron un documento sobre los cambios conseguidos en el capítulo sobre medicamentos del T-MEC al eliminar una cláusula de exclusividad de datos para los genéricos por diez años, que hubiese perjudicado en especial a México y también a Canadá. El resumen demócrata es el siguiente:

Mejorar el acceso a medicamentos asequibles:

• Se eliminó la disposición que exige que las Partes proporcionen al menos 10 años de exclusividad para biológicos, algunos de los medicamentos más caros del mercado.

• Se eliminó la disposición que requería que las Partes confirmaran que las patentes estarían disponibles para nuevos usos de productos conocidos y se ha bloqueado la práctica de "patente
perenne ", con la que las compañías farmacéuticas obtienen cientos de patentes relacionadas con un producto para bloquear la competencia genérica y las reducciones de precios.

• Se eliminó la disposición que requiere tres años adicionales de exclusividad para la información clínica presentada en relación con nuevos usos de productos farmacéuticos previamente aprobados.
Esta es otra forma en que las compañías farmacéuticas retrasan la competencia y el acceso a medicinas asequibles.

El T-MEC, deja al menos un perdedor imprevisto: la industria farmacéutica, un cabildero casi invencible en Washington”, coincidieron analistas estadounidenses y agencias internacionales.

Pero esa derrota imprevista en realidad “no es un misterio”, afirmó  la representante demócrata Jan Schakowsky, que ayudó a negociar el nuevo acuerdo comercial con el gobierno de Trump.

“Si sondeas al pueblo estadounidense, el costo de los medicamentos es un asunto muy importante. Está realmente en lo alto de la lista”, enfatizó la representante por Illinois y presidenta del subcomité de Protección al Consumidor y Comercio.

Los periódicos estadounidenses analizaron que “para satisfacer a los legisladores demócratas, el gobierno de Trump eliminó una cláusula que habría dado a los fabricantes de medicamentos biológicos una protección de diez años contra los genéricos”.

“El retiro de la disposición también ayudó a ilustrar que los elevados precios de los medicamentos se han convertido en un tema político fuerte. También es un recordatorio del reiterado compromiso del presidente Donald Trump de trabajar para conseguir que baje el costo de las medicinas”, agregaron.

El T-MEC fue aprobado por abrumadora mayoría en la Cámara de Representantes donde a los votos demócratas se sumaron decenas de republicanos hasta alcanzar 385 votos positivos y 41 en contra. Se descuenta que en enero el tratado será aprobado también en el Senado.

El borrador del acuerdo comercial acordado en 2018 con México y Canadá concedía a los medicamentos biológicos una protección de 10 años frente a alternativas más baratas conocidas como biosimilares. “Entre los principales biofármacos están los medicamentos contra el cáncer Rituxan y Humira, además de Enbrel para el combate de trastornos inmunológicos”, escribieron los diarios mexicanos al anunciar la eliminación de esa exigencia de PhRMA.

El anuncio de hoy da prioridad a la política en lugar de los pacientes”, opinó PhRMA, en un comunicado difundido después de la votación. “Eliminar la cláusula sobre medicamentos biológicos en el T-MEC retira protecciones vitales para los innovadores, y no hace nada para ayudar a los estadounidenses enfermos a pagar sus  medicinas ni acceder a tratamientos y curas futuras”.

Los únicos ganadores hoy son los gobiernos extranjeros que quieren robar la propiedad intelectual de América y aprovecharse del liderazgo global de América en la investigación y desarrollo biofarmacéutico”, afirmó Stephen J. Ubl, el presidente y CEO de PhRMA.

La industria estadounidense rechazó además la noción de que la cláusula sobre los biomedicamentos habría mantenido los precios elevados y perjudicado a los consumidores.

PhRMA agregó que las actuales leyes estadounidenses ya les dan a los medicamentos biológicos una protección de 12 años, dos más que la prevista inicialmente en el T-MEC.

Sin embargo, la cláusula que los demócratas lograron anular  habría obligado a México a aumentar la protección de cinco años y a Canadá de ocho años vigentes, lo que podría perjudicar a los consumidores estadounidenses que busquen medicamentos menos costosos en esos países. Una posibilidad que el presidente Trump siempre esgrime como amenaza.

El representante comercial estadounidense Robert Lighthizer, en entrevista con Fox Business Network, se disculpó de los cambios en el tratado: “Claramente, deshacerse de la cláusula de los medicamentos biológicos fue un retroceso”, analizó. “Hubo un acuerdo. El control demócrata en la Cámara de Representantes tiene sus consecuencias. Era necesario y lo lamento”, se excusó.

Jeffrey Francer, abogado de la Asociación para Medicamentos Asequibles, que representa a las compañías de medicamentos genéricos y biosimilares, lo interpretó de forma diferente: “El presidente decidió no meter las manos al fuego por la industria farmacéutica”.

Las multinacionales farmacéuticas sufrieron otra derrota en la Cámara de Representantes antes del receso navideño, cuando los demócratas aprobaron en bloque una propuesta que autoriza al Programa Medicare a usar su influencia en el mercado para negociar precios más bajos con las farmacéuticas. No obstante, la propuesta no tiene muchas probabilidades de ser aprobada en el Senado, donde los republicanos son mayoría y no acompañan la iniciativa.

En 2006, la industria logró una victoria importante cuando ayudó a aprobar en el Congreso una iniciativa que añadió cobertura de medicamentos de prescripción para los beneficiarios del programa Medicare, pero que prohibía al gobierno negociar precios más bajos. Esa restricción abrió “una caja de Pandora” que despejó el camino para alzas injustificables, dijo Steve Brozak, analista de WBB Securities.

Para PhRMA el revés de T-MEC supone un giro drástico y para los demócratas una módica venganza, pues durante el último año del gobierno de Barack Obama, el sector con sus presiones bloqueó un tratado comercial de Estados Unidos con 11 países de la Cuenca del Pacífico, argumentando que una protección de ocho años  para los biológicos era insuficiente e insistió por doce.  Obama se marchó sin poder firmar el tratado y Trump directamente lo pateó en el trasero  apenas asumió.

Ahora, el nuevo tratado de América del Norte no contiene ninguna protección  y la demócrata Jan Schakowsky se encargó de recordarles aquella actitud de bloquear el acuerdo comercial de Obama, que incluso intentó reducir la exclusividad para los biológicos a siete años en su país, sin suerte.

Las multinacionales –como analizó Jan Schakowsky-  no deberían estar sorprendidas de su derrota, cuando comercializan medicamentos biológicos con precios de lista que rebasaban los seis dígitos al año. En mayo, la FDA aprobó una terapia genética de una sola ocasión, Zolgernsma, cuyo precio exorbitante alcanza 2,1 millones de dólares por paciente.

Hubo una reacción en su contra, especialmente tras reportes noticiosos y audiencias en el Congreso que expusieron historias de enfermos racionando medicinas e incluso muriendo porque no podían pagar la insulina y otros medicamentos.

Las farmacéuticas han “estado a la defensiva más de lo que hayamos visto antes”, afirmó David Certner, abogado de la AARP, una OnG  que aboga por los intereses de las personas jubiladas en Estados Unidos.

Certner también coincidió que algo está cambiando entre PhRMA y su capacidad de lobby en Washington, mencionando como ejemplo que ya no está su mayor defensor, el senador republicano Orrin Hatch, quien decidió jubilarse en 2019.

En México, el director ejecutivo de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos (AMELAF), Juan de Villafranca Andrade, aseguró que la versión final del “tratado es justa”,  permitirá que en unos años, el gobierno de México se ahorre miles de millones de pesos en la compra de genéricos de medicamentos biotecnológicos y  “generará nuevas inversiones en investigación”.

Por el contrario los voceros de las multinacionales lamentaron que se hubiese eliminado la exclusividad de datos para los biológicos porque “esto inhibirá los incentivos para desarrollar este tipo de medicamentos más innovadores, que tardan entre diez y quince años en promedio en salir a mercado y requiere una inversión media de unos 1.079 millones de euros”, según la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica.

El tratado de libre comercio precedente (NAFTA) ha influido en la baja penetración que tienen los genéricos en México, en comparación con otros países.

Pero AMELAF apunta a otras causas que influyen más allá de los acuerdos comerciales. Mencionaron como ejemplo que en México no se puedan comprar genéricos si el médico no los prescribe en la receta.

También, que los laboratorios no están aprovechando la llamada cláusula Bolar, que permite desarrollar y realizar los trámites gubernamentales para comercializar un genérico durante los tres años previos a que expire la patente. La intención es que el medicamento salga a mercado inmediatamente después de que acabe el monopolio del producto original.

Esto hace que, de facto, se pueda alargar el periodo de la patente “de dos a tres años para medicamentos de moléculas pequeñas y hasta diez años para los medicamentos biológicos”, calculó el think tank Centro Sur, que preside el argentino Carlos Correa.