Y UN DÍA…DÁMASO PARDO RENUNCIÓ
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La misión de Argentina ante los organismos internacionales con sede en Ginebra, confirmó por carta que Dámaso Pardo retiró su candidatura a la presidencia de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI/WIPO).
La notificación de la misión dependiente de la Cancillería argentina es de fines de enero y oficializa algo que ya se conocía a través del propio Dámaso Pardo, quien también renunció a la presidencia de INPI luego de la asunción del nuevo gobierno.
La Misión Permanente de la República de Argentina ante las organizaciones internacionales en Ginebra “tiene el honor de enviar una carta del doctor Dámaso Pardo con fecha 28 de enero 2020” en la que desiste de la candidatura a la OMPI “por razones personales”, expuso la breve notificación.
“Por este motivo, la República Argentina retira su candidatura para el puesto antes mencionado”, señaló la misiva.
A diferencia de otros funcionarios del gobierno anterior que se aferraron a sus sillones, Dámaso Pardo se marchó del INPI apenas asumió el presidente Alberto Fernández.
Durante su gestión Dámaso Pardo firmó con la oficina de patentes de Estados Unidos el acuerdo bilateral que introdujo en el país el procedimiento de Patent Prosecution Highway (PPH), que para el experto Carlos Correa “discrimina contra los solicitantes nacionales de patentes, en tanto brinda prioridad en el trámite a solicitantes extranjeros”.
Precisamente, la firma de este convenio con Estados Unidos, ha sido denunciado ante la justicia por el periodista Fernando Míguez, publicó el Observatorio Sudamericano de Patentes.
Así también y hasta el último día de su gestión, defendió la adhesión al Tratado PCT junto a la diputada de PRO, Cornelia Schmidt Liermann. Pero no les alcanzó para su aprobación en la Cámara de Diputados.
Dámaso Pardo llegó al INPI en junio de 2016 procedente de la
Asociación Argentina de Agentes de Propiedad industrial (AAAPI) y del estudio PAGBAM, en el que trabajó por 20 años como socio de José Alfredo Martínez de Hoz (hijo).
En cuanto a su postulación a la presidente de la OMPI, fue una apuesta personal con escasas o nulas posibilidades de éxito, ya que nunca concitó el apoyo de otros países, por lo menos públicamente.