PEDIDO URGENTE DE FONDOS PARA QUE LAS VACUNAS LLEGUEN A TODOS
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El ministro de Desarrollo Internacional de Noruega, Dag Ulstein, y el ministro de Salud de Sudáfrica, Zweli Mkhize, hicieron otro pedido urgente por 4.300 millones de dólares en lo inmediato y de 23.900 millones de dólares durante el año próximo, para distribuir las vacuna y medicamentos COVID19 en igualdad de condiciones entre países ricos y pobres.
Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, sumó un pedido a las multinacionales farmacéuticas de renunciamiento voluntario a los derechos de propiedad intelectual para garantizar una “vacuna popular” al alcance de todos.
“Hacemos un llamado a las empresas para que compartan abiertamente su tecnología y conocimientos y para que remueven sus derechos de propiedad intelectual para que el mundo pueda producir vacunas exitosas a la enorme escala y velocidad necesarias para proteger a todos y para que podamos conseguir que la economía global vuelva sobre la pista”, reclamó Winnie Byanyima.
Noruega y Sudáfrica comparten el Consejo de Facilitación del programa ACT Accelerator (ACT-A) copatrocinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con otras agencias de la ONU y organizaciones filantrópicas como la Fundación Gates, que recientemente donó 70 millones de dólares a la iniciativa.
“ACT Accelerator ha compilado la cartera más grande del mundo de estas herramientas para continuar desarrollando pruebas rápidas, evaluando nuevos tratamientos y asegurando el acceso a las vacunas tan pronto como obtengan la licencia. El ACT-A necesita con urgencia 4.300 millones de dólares y 23.900 millones de dólares adicionales en 2021”, pidió Ulstein en su llamamiento desde el escenario de la OMS.
“Yo diría que esto es una obviedad para los líderes mundiales. 23.900 millones de dólares suena mucho, pero el total necesario es menos de una décima parte o un punto porcentual del PIB mundial. En otras palabras, si los países del G20 dedicaran solo el 1% del gasto de estímulo actual a los esfuerzos para aliviar las consecuencias económicas de la pandemia, en realidad cubrirían con creces las necesidades de la próxima generación. Yo diría que este es un pequeño precio a pagar para que el mundo vuelva a encarrilarse”, propuso el ministro noruego.
Zweli Mkhize, titular de la cartera de Salud sudafricana, agregó que “descubrimos que COVAX es un buen comienzo, pero no es la solución”, para garantizar un rápido y equitativo reparto de las vacunas a escala global cuando estén disponibles.
“La solidaridad global no es solo lo correcto, es lo más inteligente que se puede hacer, asegurando que las herramientas se asignen de manera equitativa, y no solo en función de los ingresos, sino también en la protección universal contra COVID-19. Es la forma más rápida y eficaz de vencer la pandemia para que nuestras vidas y nuestras economías vuelvan a la normalidad”, agregó el ministro sudafricano.
"La falta de financiación adecuada para ACT Accelerator es una amenaza existencial para la seguridad económica y sanitaria de todos los países y sus ciudadanos”, reforzó Zweli Mkhize.
La aparición conjunta de Ulstein y Mkhize indica que ambos países como líderes de ACT-A están tratando de encontrar un nuevo modus vivendi para salvar las marcadas diferencias entre los países ricos y pobres en el Norte y el Sur globales, y crear un camino práctico a seguir para compartir los beneficios de las nuevas tecnologías de manera más amplia, durante una pandemia, analizó Health Policy Watch.
Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA, coincidió que la implementación de una "vacuna popular" barata y accesible ayudaría a conseguir que otros programas de salud pública globales rápidamente vuelven a encarrilarse.
“Se requiere una inversión mucho mayor en la respuesta mundial a la pandemia para garantizar que las iniciativas de salud pública fundamentales, como la prevención y el tratamiento del sida, no se desvíen de su curso por futuras pandemias”, propuso Winnie Byanyima, en el lanzamiento del informe anual del Día Mundial del SIDA.
Winnie Byanyima, también pidió a la industria farmacéutica mundial que descubra los secretos de sus tecnologías de vacunas COVID-19 para producir una “Vacuna popular” barata y accesible.
“Dado que las primeras candidatas a la vacuna COVID-19 han demostrado ser efectivas y seguras, existe la esperanza de que sigan más, pero existen serias amenazas para garantizar un acceso equitativo”, advirtió la directora de ONUSIDA.
Los comentarios de Byanyima siguieron a su carta abierta al Financial Times publicada recientemente, criticando que la cobertura de los medios de la rápida investigación de vacunas ha ignorado con demasiada frecuencia “el problema fundamental del fracaso de las empresas farmacéuticas en compartir abiertamente su tecnología y conocimientos, y renunciar a sus derechos de propiedad intelectual”.
“Las vacunas Pfizer / BioNtech y Moderna han recibido millones en dinero público, de Estados Unidos y la UE para desarrollar estas vacunas”, agregó Byanyima en su carta.
En consecuencia, “instamos a todas las corporaciones a que se unan al grupo de acceso a la tecnología Covid (C-TAP) de la Organización Mundial de la Salud y a que los patrocinadores de los países ricos insistan en que lo hagan, dado el enorme subsidio público que han recibido”.
“Solo esto permitirá que todos los productores de vacunas del mundo fabriquen a la enorme escala necesaria para proteger a todos y hacer que nuestra economía global vuelva a encarrilarse. No podemos permitir que esto sea una vacuna de lucro; debe ser una vacuna popular”, escribió Byanyima en la carta al Financial Times.
El informe de ONUSIDA señaló cómo la inversión y la acción insuficientes sobre el VIH y otras pandemias dejaron al mundo expuesto al COVID-19.
“Si los sistemas de salud y las redes de seguridad social hubieran sido aún más fuertes, el mundo habría estado mejor posicionado para frenar la propagación del COVID-19 y resistir su impacto”, advirtió el informe.
En tal sentido, la pandemia COVID-19 “ha demostrado que las inversiones en salud salvan vidas pero también proporcionan una base para economías sólidas. Los programas de salud y VIH deben estar totalmente financiados, tanto en tiempos de abundancia como en tiempos de crisis económica”.
No obstante, hay puntos positivos, rescató el informe de ONUSIDA: “El liderazgo, la infraestructura y las lecciones de la respuesta al VIH se están aprovechando para combatir el COVID-19. La respuesta al VIH ha ayudado a garantizar la continuidad de los servicios frente a desafíos extraordinarios. La respuesta de las comunidades contra COVID-19 ha demostrado lo que se puede lograr trabajando juntos”.
Pero el informe también alertó que los países corren el riesgo de repetir los "errores" de los primeros días de la respuesta al VIH, cuando millones de personas en África murieron como resultado de no poder acceder a los nuevos y costosos tratamientos con medicamentos antirretrovirales que ya habían ingresado al mercado farmacéutico de los países desarrollados.
“El mundo debe aprender de los errores de la respuesta al VIH, cuando millones en países en desarrollo murieron esperando tratamiento. Incluso hoy en día, más de 12 millones de personas todavía no tienen acceso al tratamiento del VIH y 1,7 millones de personas se infectaron con el VIH en 2019 porque no tenían acceso a los servicios esenciales para el VIH”, lamentó el informe.