LA PANDEMIA PUSO EN EVIDENCIA LAS DESIGUALDADES DEL GASTO EN SALUD

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La pandemia de COVID-19 ha revelado un gasto desproporcionado y abismal ente los sistemas de salud de los países de ingresos altos, medianos y bajos, con diferencias que oscilaron de más de 200 dólares a 3 dólares, reveló un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los países de ingresos altos gastaron mucho más en la respuesta al COVID-19, con un promedio de 205 dólares per cápita, en comparación con los países de ingresos medios con 20 dólares y los países de ingresos bajos con apenas 3 dólares/habitante, de acuerdo al estudio compartido por la OMS y la Escuela de Salud Pública de la Universidad Nacional de Seúl.

“COVID-19 ha revelado la debilidad subyacente de los sistemas de financiamiento de la salud nacionales y mundiales. Debe haber una respuesta proactiva. El año 2020 ha sido la prueba definitiva de que invertir en salud es bueno para las personas y bueno para la economía”, propuso Agnes Soucat, una de las redactoras principales del nuevo informe Gasto mundial en salud de la OMS.

Todos los países han respondido a la crisis de salud y económica relacionada de COVID-19 con asignaciones presupuestarias excepcionales y, sin embargo, existieron grandes diferencias en la respuesta según el nivel de ingresos de un país, reveló el informe.

En Los países de bajos ingresos que asignaron el mínimo per cápita, la mayoría de sus presupuestos se canalizaron hacia la respuesta de COVID, señaló Agnès Soucat, Directora de Gobernanza y Financiamiento de los Sistemas de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En el informe, Soucat lamentó que “es posible que esas asignaciones proporcionalmente más altas (de los países pobres) no se hayan utilizado en todo su potencial debido a problemas de gestión financiera preexistentes que obstaculizan la implementación del presupuesto; los retrasos en la autorización de gastos y la dificultad para canalizar recursos hacia los proveedores de servicios”.

El gasto en salud tiene un impacto en las necesidades de salud insatisfechas. Durante COVID-19, las necesidades de salud insatisfechas tienen implicaciones para la equidad en salud. Las poblaciones pobres y vulnerables sufren de manera desproporcionada”, agregó el doctor Soonman Kwon, profesor de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Nacional de Seúl, quien compartió la presentación del informe.

En el informe se compara que los países de bajos ingresos continúan gastando mucho menos, per cápita en salud, y mucho más en enfermedades infecciosas

El gasto público promedio en salud fue de solo 9 dólares per cápita en 2018, alrededor del 1,2% del PIB, y la prioridad otorgada a la salud en el gasto público ha disminuido entre 2000 y 2018, comparó el informe.

El informe abordó también las disparidades profundamente arraigadas en dónde y cómo se gastó el dinero. Más del 75% del gasto mundial en salud correspondió a las regiones de la OMS de las Américas y Europa, mientras que la Región del Pacífico Occidental de la OMS representó el 19% del gasto mundial, las regiones de Asia Sudoriental y el Mediterráneo Oriental representaron solo el 2%, y la región de África solo 1%.Las diferencias han seguido creciendo con el tiempo”, expuso Soonman Kwon.

Los países de bajos ingresos también siguen dependiendo en gran medida de la financiación de los donantes. La ayuda para la salud per cápita se duplicó con creces en términos reales entre 2000 y 2018, lo que representó una cuarta parte del gasto en salud de los países de ingresos más bajos en 2018.

Dos tercios de la ayuda externa para la salud se dirigió a las enfermedades infecciosas en los países de ingresos bajos y medianos (PIBM). En los países de ingresos medios, el VIH por sí solo representó casi la mitad de la ayuda para la salud.

Otras tendencias clave en los países de ingresos más bajos incluyen:  El gasto interno promedio en salud fue solo de alrededor del 4.4% del PIB, o 34 dólares per cápita en 2018, de los cuales casi el 60% fue de bolsillo.

En los países de ingresos bajos, las enfermedades infecciosas representaron la mitad del gasto general en salud, mientras que en los países de ingresos medianos representaron un tercio.

Las enfermedades no transmisibles representaron alrededor del 30% del gasto en salud en los países de ingresos medianos y alrededor del 13% en los países de ingresos bajos, a pesar de que las tasas de ENT se están disparando en los países de ingresos bajos y medianos.

Los países de bajos ingresos destinaron la mitad de su gasto general en salud en enfermedades infecciosas, mientras que los países de ingresos medianos gastaron un tercio.

Las enfermedades no transmisibles representaron alrededor del 30% del gasto sanitario en los países de ingresos medianos y alrededor del 13% en los países de ingresos bajos.

La asignación equitativa de recursos debe seguir siendo fuente y centro de cualquier toma de decisiones. La sociedad civil juega un papel crucial para exigir que el gasto se oriente a las necesidades de la comunidad”, afirmó Lenio Capsaskis, Jefe de Política de Salud, Promoción e Investigación de Save the Children Reino Unido.

 “El sector de la salud debe trabajar más de cerca con las autoridades financieras para aumentar el gasto en atención médica como una prioridad más alta en los presupuestos gubernamentales”, subrayó el informe.

Existe una oportunidad de un "reinicio económico en países con sistemas de financiación de la salud débiles después de la pandemia”, vislumbró el informe.

Por eso, recomienda que “los líderes en políticas de salud pueden tener como objetivo crear conciencia entre otros sectores gubernamentales”, utilizando las vacunas COVID como un ejemplo de un "bien común" importante para la salud y el reinicio de las economías.

El informe presenta seis recomendaciones que piden un nuevo “pacto de financiamiento de la salud” para un mundo post-COVID:

Asegurar el gasto público nacional en salud como una prioridad social y económica: la pérdida del PIB mundial debido a la pandemia se estima en aproximadamente 4 billones de dólares, mientras que la financiación necesaria para bienes comunes para la salud para garantizar la preparación para la epidemia se estima en aproximadamente en 150 mil millones por año.

La inversión en bienes comunes para la salud debe incorporar la implementación del Reglamento Sanitario Internacional, la preparación para epidemias, las funciones esenciales de salud pública, la salud animal y la salud ambiental.

Financiar los bienes comunes para la salud como el paso cero del acceso equitativo a la atención médica a nivel de país: los bienes comunes para la salud son funciones de salud pública centrales y de máxima prioridad centradas en la salud basada en la población que requieren una acción colectiva. Pueden agruparse en cinco categorías: coordinación de políticas; leyes y regulaciones; información (incluida la vigilancia); impuestos y subsidios; y programas de salud pública.

Invertir en bienes comunes para la salud a nivel mundial para permitir la seguridad sanitaria mundial: la arquitectura internacional mundial no se adapta bien a los desafíos de salud actuales y no tiene ingresos sostenidos para los bienes comunes de la salud.

Se carece de una guía unificada sobre el uso de fondos para la preparación y sobre las compensaciones entre investigación y desarrollo, regulación y vigilancia e información. Se necesita un mecanismo de seguimiento para identificar el gasto más allá del de cualquier país.

Priorizar la financiación pública para garantizar la equidad en el acceso y la protección financiera a través de un enfoque principalmente de atención médica: las prioridades claras en el gasto deben garantizar el acceso de todos a los servicios de salud esenciales.

Se necesitan subsidios públicos para garantizar el acceso equitativo universal. Cuánto financian los gobiernos, qué funciones y sistemas de salud apoyan y qué tan efectivos son los sistemas en el uso de los fondos públicos definirán el papel del gasto privado en salud.

 Aumentar el nivel de ayuda a los países de ingresos más bajos, pero ajustar las modalidades de ayuda: los países de ingresos más bajos enfrentan graves restricciones fiscales que incluyen un aumento de las deudas que pueden limitar el gasto del sector social en el futuro.

Esto ocurre simultáneamente con la disminución de la ayuda externa. Se necesitará ayuda sostenida en forma de donaciones, préstamos en condiciones favorables y alivio de la deuda para fortalecer los sistemas de salud, de modo que los países desarrollen la preparación y fortalezcan los sistemas de salud pública que brinden un acceso equitativo a la salud.

 Financiar instituciones nacionales para un seguimiento transparente e inclusivo del gasto en salud tanto a nivel nacional como mundial: el seguimiento oportuno del gasto es esencial para controlar el desempeño del sistema de salud y garantizar la transparencia y la rendición de cuentas.

Dado el gran esfuerzo y los recursos dedicados al control de COVID-19, se necesita un monitoreo en tiempo real para evaluar cómo el gasto real apoya el desempeño del sistema de salud. Esto puede ayudar a los gobiernos a ganarse la confianza de su población, un factor comprobado para el control efectivo de la pandemia de COVID-19.

Michael Borotwitz, economista jefe del Fondo Mundial, opinó sobre las recomendaciones del informe: “Necesitamos descubrir cómo financiar los bienes públicos mundiales y unirnos y apoyar a la OMS en esta área. Necesitamos vincular la seguridad sanitaria y las cuentas nacionales de salud ".