LOS PAÍSES DESARROLLADOS SE PELEAN POR LAS VACUNAS PERO SE ABLOQUELAN POR LAS PATENTES

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La legislación mundial en materia de propiedad intelectual sustenta y permite el nacionalismo de las vacunas, que no sirve ni al público nacional ni al público internacional, y inclina aún más la escala ya sesgada del equilibrio público-privado mundial hacia los intereses de pocas empresas privadas y universidades "emprendedoras".

El comentario pertenece a Hyo Yoon Kang, experta en propiedad intelectual, co-investigadora principal de la Facultad de Derecho de Kent actuando como universidad asociada a la Beca Avanzada del Consejo Europeo de Investigación sobre 'Patentes como información científica 1895-2020' (PASSIM)”.

Yoon Kang en un reciente ensayo publicado por la Universidad de Kent sostiene que “la controversia actual en torno a los derechos de propiedad intelectual se ha centrado en el papel de la propiedad intelectual en la actual escasez de vacunas Covid-19”.

“Pero la situación actual no debe entenderse como una manifestación de un acontecimiento jurídico excepcional. Más bien, es un reflejo de la normalidad jurídica que ha estado en vigor durante los últimos veinticinco años desde el Acuerdo sobre los ADPIC de 1995 que constituye la estructura transnacional jurídica para el capitalismo del conocimiento impulsado por la propiedad intelectual”, agregó.

“Si hay alguna novedad en la actual situación, es que la pandemia Covid-19 no sólo afecta a los africanos, asiáticos y sudamericanos. La población de los países ricos podría haberse acostumbrado a ver a otros como súbditos pandémicos que están a merced de su caridad. En la actual pandemia, sin embargo, ni siquiera los ricos pueden salir de ella tan fácilmente, como se entera el Canadá y los Estados miembros de la Unión Europea”.

Ahora los países de altos ingresos se están peleando entre sí, como hemos presenciado en la triste historia del nacionalismo de las vacunas entre el Reino Unido y la Unión Europea”, define como novedad la autora.

“También implica comprender que la jurisdicción nacional denota la demarcación de la prioridad de vacunación y el deber de atención y no tiene en cuenta las directrices internacionales sobre los grupos prioritarios de vacunas, como la proporcionada por la OMS.

El nacionalismo de las vacunas “también puede implicar discriminación entre grupos de personas dentro de una jurisdicción, como en el caso de Israel y potencialmente también en otros países, como Dinamarca y Grecia, que están jugueteando con la idea de un pasaporte de vacuna”.

La autora dice detectar en las redes sociales como Bill Gates y la Fundación Gates han captado “el problemático papel de los intereses corporativos multinacionales creados que tienen como objetivo preservar el status-quo del capitalismo basado en la ley de PI”.

Bill Gates refracta en si mismo la captación del interés público por tratarse de un actor dominante que “es enormemente problemático”, pero la crítica centrada en el personaje “no debe ignorar los desequilibrios institucionales internacionales entre los intereses privados y públicos que se han puesto en marcha con el acuerdo de gobiernos, universidades y corporaciones privadas para la fabricación de vacunas” y que también parece un modelo en crisis., remarca la autora.