Y CUANDO TERMINE LA PANDEMIA QUÉ?

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Por Clara Suárez (*)

Durante fines del siglo XIX y la mitad del siglo XX pareció que las gentes comenzaron a pensar de manera más solidaria. Las luchas obreras consiguieron una mejor distribución del producto del trabajo y se entendió que debían existir servicios esenciales provistos o regulados por los estados: la educación, la salud, las pensiones, la jornada de trabajo, las vacaciones pagas, que fueron puestos en muchísimos países a disposición de todos los habitantes. En los casos de los países más solidarios y probablemente también más ricos, las viviendas fueron incluidas en las prestaciones a cargo del Estado.

Las luchas de la población excluida y de los trabajadores que comenzaron a nuclearse de partir del siglo XX, produjeron este desarrollo que alcanzó su punto más alto probablemente a inicios de los años ´70.

Existía una especie de contrato social por el cual una generación se sentía responsable de mejorar las condiciones de la siguiente, para lo cual se invertía tanto desde el punto de vista privado como público para garantizar una infraestructura que comprendiera a la totalidad de la población y mejorara su estándar de vida.

La economía mundial viene a los tumbos respecto de su crecimiento después de la crisis del petróleo en 1973.

El sistema capitalista ha ido encontrando la manera de conseguir que ciertas economías crezcan en general a costa de la explotación de los recursos de países con menos grados de libertad para manejar sus economías.

Las dos Guerras Mundiales tuvieron como principal fin, aunque no el único, una nueva distribución del poder a nivel mundial y una redefinición de las hegemonías.

En ese momento algunos países vieron que la maquinaria bélica garantizaba un buen nivel de desarrollo para el país y comenzaron a utilizar ese mecanismo como energía para su crecimiento durante toda la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI.

La argumentación esgrimida era la seguridad de la nación o de un grupo de ellas, entonces el aparto industrial-militar  junto con el gobierno de turno se encargaba de mantener esa maquinaria funcionando, haciendo caso omiso de las observaciones de la ONU, recordemos que la razón de su creación fue garantizar la paz mundial.

La historia económica nos enseña que un sistema deviene en otro cuando el anterior no satisface ni las demandas de las mercaderías y/o las ganancias se estancan, o sea el sistema no crece [1].

Hoy estamos ante la siguiente situación:

- estamos inmersos en una pandemia que a los efectos de detenerla se ha aislado a la población en todo el orbe.

- el nivel de concentración de la riqueza está en su punto más alto de toda la historia

- el producto no crece al mismo nivel que el ritmo de crecimiento de la població

- la hegemonía política está en discusión

Sin duda, cuando el mundo se enfrentó al COVID -19 sólo tenía como información que se dispersaba rápidamente entre la población, que se observaba una alta tasa de mortalidad para las personas mayores y que no resultaron efectivos ninguno de los tratamientos que se probaron para curarlo.

Entonces y recordando pandemias anteriores se optó por el cierre de fronteras, aconsejar la reclusión de las personas en sus casas y optar por sistemas virtuales para el trabajo y la educación.

También se entendió que la alta circulación de personas en todas partes del mundo hacía imposible parar su dispersión sino se adoptaban esas medidas de aislamiento.

Pasaron casi 18 meses de esa experiencia y constatamos entre otras cosas que las empresas ya no necesitan tener tanto personal desde una sede sino que pueden estar trabajando desde sus casas[2], y con ello reducen sus costos y el efecto sobre los empleados es que reciben un salario real menor porque deben asumir los costos que les demande instalarse con comunicación on line y deben compartir y adecuar un espacio ad hoc en su casa familiar.

La educación, aunque con enormes límites, puede ofrecerse a distancia sobre todo las carreras terciarias donde el estudiante tiene más entrenamiento y puede desenvolverse en ese ámbito.

Las personas dejan de consumir una serie de cosas porque: los restaurantes están cerrados, ya no necesitan tanta ropa ni calzado, no tienen opción de ir a shopping y comprar lo que no necesitan y el sistema les ofrece con mil artilugios.

Las relaciones sociales se cortan, los adultos mayores ya no ven a sus hijos ni a sus nietos, los amigos no se juntan, no existe el espacio social del ámbito laboral.

Las personas entonces se quedan en sus casas, unos, tal vez muy pocos, demasiado pocos aprovechen para leer, otros se pegarán al televisor y absorberán, en muchos casos acríticamente el mensaje que se trasmite.

Este aislamiento, por cierto justificado, tiene ciertos efectos respecto de las relaciones personales, y consecuentemente las sociales. Si bien hemos entendido que salir de esta situación supone que todos nos vacunemos y nos comportemos colectivamente asumiendo determinados cuidados, no creo que ello tenga efectos sobre un aumento de la solidaridad entre las personas.

Observo que lo que en nuestro país se denomina "la grieta", no es de nuestra exclusiva propiedad, pasa en todo el mundo, baste recordar el episodio del asalto al Congreso en USA, o la virulencia por ahora verbal de los ataques entre partidos en el Congreso Español, o las importantes manifestaciones habidas en Alemania y Francia en contra de las normas de aislamiento establecidas por los respectivos gobiernos.

Pareciera que las sociedades no pueden dialogar ni aceptar otras visiones. Creo que esta situación de aislamiento no favorece a la tolerancia. Daría la impresión que, como sociedad, estamos involucionando.

En este ámbito la economía se ha decrecido y los estados se han endeudado para poder sostener a las familias en sus requerimientos básicos.

 Entonces un nuevo fenómeno está desplegando el sistema con el fin de garantizar el aumento permanente de la riqueza y su concentración creciente[3], y que merece observarse atentamente porque este aislamiento de la población es la base propicia para instalar nuevos paradigmas.

Este sistema tiende a generar "un valor", que es contable, es decir registrable, y desdibuja el hecho que es el trabajo lo que produce valor.

El primer y tal vez principal argumento es que esto daría mayor libertad a las personas e independencia del sistema bancario.

Para ello han introducido las bitcoin y los NFT.

O sea, entelequias, que mediante un efectivo sistema de información-propaganda, se instalan en la sociedad como una realidad.

Pero los bitcoin a diferencia del papel moneda, emitido por los estados y garantizado por los mismos, no tiene ningún respaldo, pero eso sí, para comprarlos es necesario usar alguna de las monedas existentes, de manera que una gran cantidad de dinero emitido[4] por los diferentes estados quedará en manos de no se sabe quién en una serie de servidores dispersos por todo el mundo - blockchain-, y un día se cortará la luz.

Y aparecerá una gran estafa como lo fueron las hipotecas subprime que hicieron temblar al sistema financiero y donde los Gobiernos tomaron la decisión, en lugar de ayudar a los damnificados, salvar a los bancos emitiendo gran cantidad de dinero, o sea lo pagaron los mismos que habían sido estafados.

Mientras tanto los activos de las empresas se engrosan con las tenencias de éste nuevo tipo de "moneda".

Y el otro artilugio son los NFT que es el acrónimo de "non-fungible token", cuyo mecanismo es, por ejemplo: uno compra en Christie´s por 69 millones de dólares- o sea los desembolsa- un archivo digital de una obra, disque de arte, de Mike Winkelmann, y recibe un archivo digital y un certificado. Todas las explicaciones al respecto están convenientemente rociadas de incontables acrónimos y giros idiomáticos en inglés.

Tal vez deberíamos recordar acá la fábula de Hans Cristian Andersen El Rey Desnudo, al que supuestamente le habían realizado el más exquisito de los vestidos y sus súbditos por miedo a las represalias que pudieran recibir, hablaban de la excelencia de las ropas y sólo un niño desnudó la verdad y era que el Rey en realidad estaba desnudo.

Acá pasa más o menos lo mismo todo el mundo habla de las criptomonedas como el dinero del futuro, hasta que un niño sople y demuestre que era sólo humo.

Estamos transcurriendo una etapa en la que se está discutiendo la hegemonía hasta ahora incuestionable de USA y su moneda, es un aspecto que no está resuelto, estamos inmersos en el transcurrir de esa pelea.

Este tema de las criptomonedas hay que enmarcarlo en esta realidad.

Las argumentaciones nos hablan de mayores libertades para los individuos, pero al final esto resultará en un mayor nivel de control, ya hoy los algoritmos existentes que circulan por las redes y elaboran las propuestas de oferta de productos para los usuarios de acuerdo a esos perfiles definidos.

Entiendo que esto no nos garantizará mayor libertad y creo que habrá cada vez mayor nivel de concentración de la riqueza.

Una alternativa que no hay que descartar es que se llegue a resolver esto con una guerra, para ello miremos lo que está ocurriendo entre Gaza e Israel. Esta sin duda sería la peor solución, pero convengamos que los dirigentes actuales no son demasiado creativos, lo demuestra el hecho de las acciones que han tomado por decir algo los últimos diez años.  

Bajo la piel de cordero se esconde el lobo y ese lobo tiene instintos muy primarios lo que pone en peligro a la humanidad.

(*) Economista

[1] PIKETTY, Thomas, "Capital in the Twenty -First Century", The Belknap Press of Harvard University Press, England ,2014

[2] Se ha verificado en CABA que empresas cambian sus oficinas por otras de menor tamaño, considerando que la dotación de personal no permanecerá como antes ocho horas en funciones en el lugar

[3] PIKETTY, Thomas, "La economía de las desigualdades", Siglo XXI, Buenos aires, 2015.

[4] De hecho la cantidad de dinero en circulación será menor y por lo tanto disminuirá el nivel de demanda, de manera que será en última instancia contrario respecto del objetivo que se persigue.