AMÉRICA LATINA FUE LA SEGUNDA REGIÓN DEL MUNDO EN MUERTES POR COVID Y LOS PEORES REGISTROS FUERON PARA PERÚ Y BRASIL, SEGÚN ESTUDIO DE LA CEPAL
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América Latina concentró el 27,8 por ciento del total de las defunciones por COVID durante la pandemia, pese a que solo representa el 8,4 por ciento de la población mundial y en términos relativos tuvo 2,5 defunciones por cada mil habitantes.
Ese porcentaje fue apenas inferior al de América del Norte que representó el 2,6 cada mil, pero estuvo por encima de Europa con el 2,3, Asia con el 0,29, Oceanía con el 0,19 y África con el 0,18, según las estadísticas contenidas en el estudio “Los impactos sociodemográficos de la pandemia COVID-19 en América Latina y el Caribe”, recientemente publicado por la CEPAL.
El estudio de la CEPAL percibe que “si bien en las últimas décadas se han hecho notables esfuerzos para fortalecer los sistemas de salud en los países de la región, estos siguen siendo débiles y su capacidad para enfrentar la pandemia ha resultado muy desigual”.
“A lo expuesto debe agregarse el acceso a las vacunas y la consideración de estos insumos como bien público global para lograr una vacunación contra el COVID-19 oportuna, rápida y generalizada, sin ningún tipo de discriminación y con la mayor trasparencia e información posible para la población”, propuso la CEPAL.
Perú es el país con más defunciones informadas por COVID-19 en el mundo con 6,3 defunciones por cada 1.000 habitantes, 2,5 veces más que el promedio de la región.
A nivel regional, le sigue Brasil (3,03 defunciones por cada 1.000 habitantes), Argentina (2,77), Colombia (2,7), Trinidad y Tobago (2,58), Paraguay (2,54) y México (2,45).
En términos absolutos, Brasil es el segundo país del mundo con más defunciones informadas por COVID-19 (648.913), después de Estados Unidos (940.924), cita la CEPAL.
“América Latina y el Caribe, que se caracteriza por altos niveles de desigualdad, informalidad laboral y vulnerabilidad, es una de las regiones más afectadas en términos sanitarios, económicos y sociales”, por la pandemia, señala el documento.
Para la CEPAL, “las debilidades históricas del sector de la salud han sido un factor de riesgo decisivo. El gasto público en salud de la región se mantiene lejos de la meta del 6% del PIB recomendada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y se registran problemas en la asignación de los recursos”.
“El financiamiento del primer nivel de atención no alcanza el parámetro recomendado de al menos el 30% del gasto público en salud y, en los países en que se alcanza ese nivel, se trata de montos absolutos extremadamente bajos”, afirma el estudio.
“Todo ello va en detrimento de los niveles de eficiencia y calidad del sistema de salud, y los hogares se enfrentan a un alto grado de desprotección financiera, que los empobrece al obligarlos a efectuar cuantiosos pagos directos cuando acceden al sistema”, agrega el informe.
CEPAL percibe que “si bien en las últimas décadas se han hecho notables esfuerzos para fortalecer los sistemas de salud en los países de la región, estos siguen siendo débiles y su capacidad para enfrentar la pandemia ha resultado muy desigual”.
“Los retos abarcan desde la falta de acceso a agua potable y a equipos de protección personal hasta la escasa disponibilidad de respiradores o camas en las unidades de tratamiento intensivo. Las respuestas a estos retos se brindan a través de complejos sistemas organizacionales que cada país ha desarrollado en función de su trayectoria histórica, sus recursos y prioridades. En concreto, se constatan problemas de segmentación que determinan la existencia de varios subsistemas dentro de un mismo país, con resultados disímiles en materia de equidad”, analiza el estudio.
“No obstante, el hecho de que países desarrollados que cuentan con sistemas de salud sólidos y extendidos hayan tenido altas tasas de mortalidad por COVID-19 avala la idea de que la lucha contra la pandemia se da tanto mediante acciones de contención y mitigación extrahospitalarias —con la adopción de medidas a nivel de atención primaria de la salud y en las comunidades, con sistemas de testeo, seguimiento y debido aislamiento en caso de contagio, y con una población bien informada y practicante del autocuidado— como en los hospitales, que, por lo demás, deben estar preparados y dotados de personal, infraestructura e insumos suficientes”, compara el informe.