LA PANDEMIA REVALORIZÓ A LOS LABORATORIOS PÚBLICOS, PERO PERSISTE LA INCERTIDUMBRE SOBRE LA FINANCIACIÓN Y LA AUSENCIA DE PROYECTOS CONJUNTOS EN AMÉRICA LATINA

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La pandemia expuso la carencia de producción nacional de vacunas, medicamentos e insumos hospitalarios. En ese contexto fueron revalorizados los laboratorios públicos y universitarios de América Latina y se apuntó a la producción local público-privado para reemplazar la escasez de importaciones. 

Sin embargo, las enseñanzas de la pandemia requieren de proyectos a largo plazo y de financiación sustentable, requisitos que todavía están en estado vegetativo, esencialmente por la situación apremiante de los gobiernos de la región en cuanto a presupuestos. Y tampoco ha prosperado hasta ahora la colaboración en la región latinoamericana para impulsar proyectos conjuntos.

Financiación sustentable a largo plazo, inversiones en proyectos de desarrollo autónomo y colaboración entre los países latinoamericanos, fueron algunas de las recomendaciones que surgieron del Seminario “Experiencias Latinoamericanas en el Desarrollo de Vacunas”, que extenderá el debate durante dos nuevas jornadas en las próximas semanas.

El debate contó con el chileno Leonardo Saénz, el argentino Oscar Pérez y el brasileño Akira Homma, con la coordinación de Alejandro Parola de la Fundación Cassará.

Homma, asesor científico senior de Bio-Manghinhos/Fiocruz explicó que los laboratorios públicos de su país aportan el 80 por ciento de las vacunas que requieren sus 220 millones de habitantes y solo se importa el 20 por ciento.

Bio-Manghinhos aporta el 34.70 por ciento de las vacunas requeridas para atender el consumo interno y el Instituto Butantan de San Pablo el 33,71 por ciento.

A raíz de la demanda que incluye la exportación de vacunas para la fiebre amarilla, Homma mencionó que existe un proyecto para la construcción de nuevo centro de procesamiento final.

Durante la pandemia “incorporamos la tecnología de AstraZeneca para producir vacunas COVID en forma nacional en nuestros laboratorios y para eso adaptamos un laboratorio previsto para un biofármaco, lo que permitió la producción acelerada durante la pandemia”, explicó.

“Actualmente Cuba es el mayor centro de biotecnología de América Latina con desenvolvimiento autónomo y de producción de vacunas”, destacó Homma.

Por el contrario, “en el resto de América Latina la mayoría de los laboratorios no lograron acompañar ese desarrollo de los laboratorios públicos porque los gobiernos tenían otras prioridades y por eso se demoró la incorporación de innovación en biotecnología”, comparó.

“Nosotros también tuvimos interrelación fuerte con los laboratorios cubanos lo que permitió producir vacunas para la meningitis y la hepatitis B. Con Colombia también para la producción de medicamentos para la fiebre amarilla”, agregó.

También con Argentina hubo una interrelación para la producción de vacunas para la fiebre hemorrágica e incluso “hubo intercambio de científicos entre el Instituto Maiztegui y nosotros, pero después todo quedó parado por la falta de inversiones y no se supo más nada”, lamentó.

Pero, no sólo fue con la Argentina, pues también “cayó la interrelación con el resto de América Latina  en los últimos años, porque decayó la producción y la incorporación de nuevos productos”.

“Si no revertimos esta situación quedaremos dependientes de la tecnología de los países desarrollados”, avisó Homma. Leonardo Saénz director científico centro producción de vacunas Laguna Carén de Santiago de Chile vinculado a la Universidad Nacional de Chile, mencionó la construcción de una planta de biológicos en su país con tecnología italiana que constituirá el principio de la autonomía con la producción local de medicamentos, pero el proyecto está rodeado de la incertidumbre habitual en la región sobre la financiación sustentable en el tiempo, vislumbró.

La planta de producción de biológicos requiere de 56 millones de dólares como inversión primaria y la construcción está a cargo de la italiana Rosiglioni impianti, con una superficie cubierta de 14 mil metros cuadrados, de los cuales la mitad se destinará para la producción de biológicos.

“En 2025 debería estar terminada la planta, pero no se enfocará en la producción de productos terminados, porque en Chile la legislación (actual) impide al Estado competir en mercados que pueden ser provisionados por los privados. Entonces estamos pensando en una sociedad de capital mixto”, junto con el laboratorio italiano Reithera especializado en biológicos y poseedor de una planta en su país similar a la que se construye en Chile”, explicó.

Saénz dejó traslucir su esperanza de un modelo diferente con el nuevo gobierno chileno, pero a semejanza de otros países latinoamericanos “el financiamiento es el principal problema que tenemos por la falta de certezas para seguir avanzando y salir de la exportación solo de materias primas e impulsar el desarrollo del proyecto país”.

Chile tuvo producción de vacunas en décadas pasadas, pero durante el pinochetismo “se cerró (esa producción en laboratorios públicos) por razones económicas y se optó por comprar al exterior, pero el nuevo gobierno está decidido a impulsar la producción local”, comparó.

La cuestión es que “Chile es un país pequeño con dificultades de producción en escala por eso se apunta al mercado exportador de la región del Pacífico. Pero, hay un problema con las patentes que es bastante grave”, admitió durante el seminario virtual.

Las plataformas para desarrollar vacunas son actualmente “más ágiles, pero demandan de una gran inversión, lo que es un impedimento para los países en desarrollo. La oportunidad son las alianzas público-privadas y ese es nuestro foco”, remarcó, citando la asociación con el laboratorio italiano de biológicos.

El argentino Oscar Pérez, investigador del Instituto Malbrán y de la Universidad de Moreno, coincidió que existe “la amenaza compartida son los proyectos a largo plazo que necesitan de una financiación sustentable”.

“Hay modelos sustentables como el cubano. Incluso el mexicano y el brasileño son modelos sustentables y también el modelo público-privado también es sustentable”, analizó.

Pérez analizó que “la agenda pública en América Latina a comienzos del siglo XX incorporó la producción de biológicos en laboratorios públicos como actividad necesaria y estratégica”, que se paralizó en Argentina con el golpe militar de 1930 y fue reactivada a partir de 1945 “cuando se le dió un impulso bastante fuerte a la producción de biológicos para cubrir las necesidades del país”.

En 1963 nació el laboratorio de Hemoderivados de Córdoba y el gobierno de Arturo Illia “impulsó leyes regulatorias de los precios de los medicamentos”, recordó.

Pero, nuevamente “no hubo proyecto sustentable de producción pública de vacunas y medicamentos a partir de 1976”, agregó.

“Con el retorno de la democracia se reactivó la producción pública, pero con baja intensidad” y la crisis de 2002 “promovió la producción pública de la capacidad instalada y se creó el Grupo de Gestión de Políticas de Estado en Ciencia y Técnica”, abarcó Pérez, recordando que en 2014 se fundó la Agencia Nacional Laboratorios Públicas (ANLAP) incorporando  a laboratorios de las universidades “que hasta entonces habían financiado proyectos de investigación que terminaron en productos comerciales de los que no recibió regalías”, completó.

Enlaces seminario: 
https://www.youtube.com/channel/UCtAiQLhLoTePjWHWJgNUiQQ
https://us06st1.zoom.us/web_client/6orpgrb/html/externalLinkPage.html?ref=