ESPAÑA, EN EL PUNTO DE MIRA DE LA GRAN INDUSTRIA FARMACÉUTICA GLOBAL
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España se perfila como uno de los países con mayor potencial para encabezar la autonomía estratégica sanitaria en Europa. Su combinación de costes laborales competitivos, una red de investigación biomédica de primer nivel y un tejido industrial sólido la convierte en un socio clave para atraer inversión y desarrollar innovación en medicamentos. Sin embargo, el sector farmacéutico sigue esperando cambios regulatorios que despejen definitivamente el camino.
En diciembre de 2022, en plena recuperación postpandemia, el Gobierno español impulsó un compromiso con las principales farmacéuticas globales para reforzar la inversión en I+D, producción y tecnología. El objetivo: posicionar a España como un hub europeo de salud. Las compañías prometieron 8.000 millones en tres años; en 2025 se espera cerrar con 9.000 millones invertidos. El Gobierno, por su parte, presentó un plan estratégico para 2024–2028 que debe traducirse en reformas normativas tangibles.
El contexto internacional empuja. La inestabilidad geopolítica, los aranceles en EE. UU., la competencia creciente de China en terapias avanzadas y la necesidad de Europa de asegurar su suministro de medicamentos han acelerado el debate sobre soberanía sanitaria.
España cuenta con 111 plantas de producción de medicamentos para uso humano, es el tercer país europeo en capacidad industrial farmacéutica y lidera los ensayos clínicos en Europa (930 estudios autorizados en 2024). Exporta medicamentos por valor de 16.600 millones de euros —el 5º bien más exportado— y su industria representa el 2% del PIB, con más de 56.000 empleos directos. Aun así, solo 12 fábricas producen medicamentos biológicos, los más complejos e innovadores, lo que señala una brecha en el desarrollo de terapias avanzadas.
“El ecosistema español es fuerte, pero falta conectar la investigación básica con la industria innovadora para escalar en el desarrollo”, señala Juan Yermo, director general de Farmaindustria. Los procesos de innovación suelen durar más de una década, con elevados riesgos, lo que exige estabilidad regulatoria y un marco de apoyo claro.
Uno de los puntos más críticos es el retraso en el acceso a nuevos medicamentos. En 2024, el tiempo medio desde la aprobación europea hasta la disponibilidad en España fue de 616 días, muy por encima de Alemania (128), EE. UU. (301) o China (391). La nueva Ley del Medicamento, aún en fase de anteproyecto, promete reducir ese plazo a 180 días y mejorar los incentivos a la inversión.
Inversión extranjera y transformación empresarial
Grandes multinacionales están apostando fuerte por España. AstraZeneca, por ejemplo, invertirá 1.300 millones de euros hasta 2027 y contratará a 2.000 personas en Barcelona. De los 1.500 millones de euros invertidos en I+D por la industria en 2024, 600 los aportó esta compañía. Novartis ampliará su planta de Zaragoza con 53 millones y Sanofi ha invertido ya 200 millones en Barcelona, con planes de otros 150 hasta 2030.
Además, el capital privado está cada vez más presente. La firma Asabys gestiona fondos por valor de casi 300 millones e invierte en biotecnología y start-ups como SpliceBio, especializada en terapias génicas. Sin embargo, se reclama más músculo financiero: apenas hay fondos que gestionen más de 200 millones, lo que limita la capacidad de escalar empresas locales con ambición global.
Un sector local en plena transformación
La industria farmacéutica española también está reconfigurándose. Empresas tradicionales como Esteve, Almirall, Uriach o Grifols han apostado por la especialización, la innovación incremental y la internacionalización. Muchas han abandonado sectores de bajo margen, como los genéricos, y se centran ahora en nichos estratégicos o productos sin receta.
Grifols, por ejemplo, sigue siendo un referente mundial en hemoderivados y ha anunciado una inversión de 160 millones para una nueva planta de fraccionamiento de plasma en Barcelona. Esteve ha dado entrada a capital extranjero y se ha volcado en terapias avanzadas, mientras Almirall se enfoca en dermatología y Uriach en salud natural.
España tiene condiciones excepcionales para liderar la industria farmacéutica europea: talento, infraestructuras, tejido productivo, inversión extranjera y capacidad de innovación. Pero el empuje definitivo dependerá de decisiones políticas clave. La nueva legislación sobre medicamentos, los incentivos a la inversión y una mayor agilidad regulatoria marcarán si el país da el salto o se queda a las puertas del liderazgo.
Fuente: El País | España