EL TABLERO FARMACÉUTICO SE MUEVE: QUIÉN GANA, QUIÉN RESISTE Y QUÉ CAMBIA A PARTIR DE 2026
Por qué ya no alcanza con mirar solo a la “Big Pharma”
El poder económico y científico de la industria farmacéutica atraviesa un proceso de reordenamiento profundo. Para interpretarlo correctamente —y evitar conclusiones apresuradas— es necesario separar tres planos distintos pero interrelacionados: el valor de mercado (market cap), las ventas efectivas por portafolio o por molécula, y la capacidad de innovación, medida por aprobaciones regulatorias, pipeline y productividad de la I+D.
En el período 2025–2026, el mercado exige una combinación cada vez más estricta: diferenciación clínica demostrable, capacidad de manufactura a escala y estrategias inteligentes frente a la pérdida de patentes. Lo que ayer fue un “blockbuster” hoy puede volverse rápidamente un commodity, mientras que áreas percibidas inicialmente como coyunturales —como los GLP-1— ya están influyendo en decisiones regulatorias y presupuestarias en todo el mundo.
El tamaño real del sector farmacéutico: una economía completa
La industria farmacéutica no puede entenderse solo como un conjunto de grandes compañías. Es, en los hechos, una economía global integrada. De acuerdo con un estudio encargado por IFPMA y elaborado por WifOR, el mercado farmacéutico mundial fue valuado en US$1,607 billones en 2022, mientras que su contribución total al PIB global alcanzó los US$2,295 billones, considerando efectos directos e indirectos.
El mismo informe señala que el sector sostiene cerca de 75 millones de empleos, y que las actividades de investigación y desarrollo aportaron US$227 billones al PIB, con más de 1,1 millones de personas empleadas de forma directa. Este peso estructural explica por qué la discusión sobre precios y acceso se cruza inevitablemente con temas de competitividad industrial, política comercial, seguridad sanitaria y cadenas de suministro.
Ranking por valor: qué refleja el market cap
El market cap funciona como una fotografía de expectativas: indica cuánto flujo de caja futuro cree el mercado que una compañía podrá capturar. A diciembre de 2025, el ranking de las farmacéuticas más valiosas muestra un claro predominio de Estados Unidos, acompañado por actores relevantes de Suiza (como Roche y Novartis), Reino Unido (AstraZeneca, GSK), Dinamarca (Novo Nordisk), Japón (Chugai), Alemania (Merck KGaA), China (Hengrui) y Australia (CSL, apenas fuera del Top 20).
La lectura central es que el valor ya no se explica únicamente por las ventas actuales, sino por la percepción de riesgo, evidencia clínica futura y capacidad de sostener ingresos en un entorno regulatorio más exigente.
Qué está impulsando el valor: GLP-1, oncología y volatilidad
Durante 2024–2025, el mercado premió de manera extraordinaria el eje metabólico/obesidad, impulsado por su escala poblacional, la medición clara del beneficio clínico y la posibilidad de expandir indicaciones hacia áreas cardiometabólicas y renales. Sin embargo, esta misma dinámica expone al sector a fuertes presiones: debates sobre precio, amenazas de competencia y la pregunta estructural de quién financia tratamientos crónicos de alta demanda.
El recorrido reciente de Novo Nordisk ilustra bien esta lógica. En 2025, la compañía fue desplazada temporalmente del liderazgo europeo en valor de mercado y luego volvió a disputarlo tras nuevas señales clínicas de su pipeline. Este “sube y baja” refleja un mercado que hoy descuenta resultados de ensayos y riesgos competitivos casi en tiempo real.
En paralelo, la oncología mantiene su rol central. Merck reportó ventas de KEYTRUDA por US$8,0B en el segundo trimestre de 2025, con un crecimiento del 9%, confirmando que, aun con la narrativa metabólica en primer plano, el flujo de caja oncológico sigue siendo un pilar estructural del sector.
Las moléculas que dominan el Top 20
Cuando se analizan rankings por producto, lo que suele medirse son ventas globales, más que niveles de prescripción. El patrón es consistente: el crecimiento se concentra en pocas plataformas terapéuticas. Dominan las moléculas metabólicas como semaglutida (Ozempic/Wegovy) y tirzepatida (Mounjaro/Zepbound), junto con iSGLT2 como Jardiance y Farxiga, además de anticoagulantes como Eliquis. En oncología, siguen liderando Keytruda, Darzalex, Opdivo y Tagrisso, mientras que en inmunología destacan Dupixent, Skyrizi y Stelara, con una transición progresiva hacia biosimilares. En VIH, Biktarvy se mantiene como referencia, y en vacunas se observa un reacomodamiento post-pandemia, con la caída de Comirnaty tras el pico del COVID.
La implicancia estratégica es clara: cada evento de precio, regulación o pérdida de exclusividad tiene hoy un impacto desproporcionado sobre el valor de mercado.
Patentes y biosimilares: un ciclo inevitable

La pérdida de exclusividad no es una amenaza abstracta. Ya redefinió la industria en la última década —con Humira como caso paradigmático— y el período 2027–2030 será especialmente intenso. Frente a este escenario, las compañías están desplegando estrategias de defensa del producto, sustitución vía pipeline y reconfiguración comercial. En paralelo, biosimilares y genéricos funcionan como el mecanismo que fuerza eficiencia, presionando precios y acelerando cambios de posicionamiento. Un ejemplo reciente es la estrategia de Novo Nordisk en India, anticipando la llegada de alternativas más económicas hacia 2026.
Geografía de la innovación: liderazgo estadounidense, pipeline global
Aunque el Top 20 por capitalización sigue dominado por empresas de EE. UU., la innovación se vuelve cada vez más multipolar. Crecen los acuerdos de licenciamiento, la biotecnología en Asia, y los intercambios de activos entre grandes farmacéuticas. La geografía importa, porque condiciona tiempos regulatorios, estrategias de lanzamiento y dinámicas de precios en cada región.
Implicancias para Argentina
Para Argentina, este reordenamiento global se traduce en tensiones concretas sobre acceso, financiamiento y sostenibilidad. La expansión de terapias crónicas de alto costo —en particular en obesidad y cardiometabolismo— presiona a financiadores públicos y privados, mientras que la oncología continúa creciendo en complejidad y costo. Al mismo tiempo, la entrada de biosimilares representa una oportunidad para liberar recursos, siempre que exista competencia efectiva y reglas claras. En este contexto, la negociación basada en evidencia, el seguimiento de resultados clínicos y la previsibilidad en el abastecimiento se vuelven elementos centrales del diálogo entre industria, financiadores y reguladores.
Internacionalmente, entre 2026 y 2030, la industria farmacéutica se reorganiza alrededor de tres fuerzas simultáneas: la expansión del eje metabólico/obesidad y su impacto presupuestario, la continuidad de la oncología apoyada en nuevas plataformas tecnológicas, y un ciclo intenso de pérdida de patentes que obligará a reemplazar ingresos con innovación real.
La pregunta estratégica ya no es qué empresa vale más hoy, sino quién puede sostener valor cuando cambien las reglas de precio, evidencia clínica y exclusividad. En ese nuevo equilibrio se jugará el futuro del sector.
En Estados Unidos, el programa de negociación de precios de Medicare estableció “maximum fair prices” para 10 medicamentos, vigentes desde el 1 de enero de 2026. La medida afecta a moléculas emblemáticas —anticoagulantes, antidiabéticos y biológicos— y no solo reduce ingresos potenciales en el mayor mercado del mundo, sino que también reconfigura los incentivos de inversión y las estrategias de ciclo de vida.
En Europa, la reforma del marco farmacéutico incorpora nuevos esquemas de protección de datos y exclusividad, vinculados a criterios de acceso y abastecimiento. Para las multinacionales, el mensaje es inequívoco: innovar ya no es suficiente; hay que demostrar valor y disponibilidad efectiva en múltiples mercados.
Fuente: Consultor de Salud