COMPETITIVIDAD INDUSTRIAL EN DECADENCIA
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La competitividad industrial de Argentina descendió 30 por ciento desde 2014, a causa del deterioro del Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) y constituye uno de los principales desafíos para el próximo gobierno, anticipó la consultora Finsoport de Buenos Aires.
La consultora afirmó que el TCRM, el indicador del Banco Central para evaluar la competitividad a nivel macroeconómico, es "sensiblemente inferior" al índice oficial que “recurre a los datos de inflación del INDEC como insumo, lo que sobrestima su verdadero nivel”.
En consecuencia, el TCRM del Banco Central se ubicaba en julio de 2015 en 312,7 puntos, mientras que el TCRM calculado por Finsoport era de apenas 122,7 puntos.
Finsoport sostuvo que uno de los factores del deterioro es el salario del sector manufacturero que ha aumentado continuamente desde 2004, lo que implica “una sistemática pérdida de competitividad para el sector industrial".
"Actualmente, el costo salarial ajustado por productividad se sitúa 50 por ciento por encima del nivel de 1998", el último año expansivo del sistema de Convertibilidad, comparó Finsoport.
Finsoport explicó que “la principal conclusión del análisis es que, actualmente, los sectores industriales exportadores y amenazados por las importaciones, muestran costos salariales ostensiblemente superiores (es decir, menos competitivos) que los del período 1998/2001”.
“Hasta 2013, esa dinámica de merma recurrente en la competitividad industrial unitaria resultó compensada por un aumento de las cantidades productivas”, pero desde el año pasado “se registra un escenario de menores márgenes unitarios junto con una producción decreciente”, advirtió Finsoport.
“Una solución sustentable a este problema requiere intervenir sobre todas las variables que terminan el costo salarial: precios (entonces, debe articularse la política cambiaria, de reintegros y derechos de exportación y derechos de exportación e inflacionaria), salarios (política de ingresos) y productividad (política de inversión y financiamiento”, resumió la consultora.
El estudio elaborado - a partir de datos oficiales- indica que el costo salarial ajustado por productividad, recién en 2001 igualó el índice-base de 1998 de 1 punto, después de una oscilación en torno al 0,6 y 0,8 por ciento entre 2002 y 2009.
"Hasta 2013, esa dinámica de merma recurrente en la competitividad industrial a nivel unitario resultó compensado por un aumento prácticamente continúo de las cantidades (110 por ciento más en comparación en 2003), pero desde el año pasado "se registra un escenario de menores márgenes junto con una producción decreciente o, en el mejor de los casos, relativamente estancada", afirmó el informe.
Tampoco la pérdida de la competitividad no ha sido homogénea "hacia el interior del sector manufacturero" ya que los exportadores de alimentos, cueros, derivados de petróleo, químicos, automóviles y equipamiento médico, han logrado insertarse en el comercio global y los precios locales son "usualmente definidos por el tipo de cambio nominal y por la cotización internacional de los productos en cuestión".
Sin embargo, en lo que respecta al costo salarial ajustado por productividad de este subgrupo, la dinámica reciente del tipo de cambio nominal de los precios internacionales y de la productividad ha sido insuficiente para compensar las subas en las remuneraciones nominales otorgadas a los trabajadores de estos sectores, “por lo que el indicador de competitividad de este segmento industrial se ha deteriorado sensiblemente entre 2011 y 2015”, explicó Finsoport.
“Más aún, en los ultimos años, el deterioro de la competitividad originado por el aumento del costo salarial de este grupo se ha profundizado por la reducción de sus exportaciones, expecialmente de aquellas dirigdas a Brasil. Es decir, que no sólo disminuyó el margen unitario, sino también las cantidades producidas y vendidas”, reforzó el análisis.
En el caso de los sectores “Formadores de precios”, que atienden especialmente al mercado interno y que gozan de “la débil competencia de las importaciones”, cuentan con la capacidad de establecer los precios de venta domésticos.
“Por ello, durante los últimos años, este conjunto de actividades logró trasladar significamente a precios los incrementos de sus costos laborales no compensados por subas en la productividad”, explicó Finsoport.
“De hecho, estos sectores han logrado preservar relativamente sus márgenes de ganancia en los últimos cuatro años”, reforzó.
En cambio, hay un sector “amenazados por importaciones” que reúne a ramas manufactureras que afrontan el déficit “competitividad-precio (costo salarial) y no-precio (escalas y tecnologías de producción) con respecto de la industria brasileña, a nivel regional, y de los fabricantes asíaticos a nivel global”.
Entre esos sectores “amenazados por las importaciones”, incluyó productos textiles, indumentaria, productos de metal, caucho y plástico, maquinarias y equipos, aparatos eléctricos, equipos de radio y televisión, muebles y medios de transporte.
Para este segmento, “el costo salarial ajustado por productividad desmejoró (aumentó) notablemente entre 2011 y 2015. Más aún, en 2015, ese indicador arrojó costos salariales ostensiblemente superiores a los del período 1998/2001, lo que fundamenta las crecientes limitaciones a la importación de esos bienes implementado por el Gobierno Nacional”, subrayó el informe.
En este escenario, “la recuperación de la competitividad del sector manufacturero aparece como un objetivo relevante de la próxima gestión económica, aunque su consecución plantea diversas desafíos”, anticipó el informe.
Finsoport recordó que “en numerosas ocasiones, surgió la tentación de resolver este problema mediante una devaluación. No obstante, como sucedió durante 2014, esa medida aislada puede tener impacto únicamente en el corto plazo, en la medida en que termina “trasladándose” a los precios”, alertó Finsoport.