FUGADOS, MAFIAS Y FALTA DE POLÍTICA
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Por Marcelo Peretta
La fuga de tres sicarios nos tiene preocupados, pero no estamos atendiendo a la verdadera causa del problema, que es la impericia del Estado para restringir el ingreso, la fabricación, el consumo y la salida de drogas de nuestro país, mientras que el negocio ilegal en torno a los insumos farmacéuticos es escandaloso.
El negocio ilegal montado alrededor de los insumos farmacéuticos es escandaloso. Entre 2004 y 2008 se autorizaron 250 nuevas droguerías para abastecer a narcotraficantes. Aunque en su mayoría no cumplían las exigencias reglamentarias técnicas y edilicias, y eran económicamente inviables, obtenían su habilitación para importar y vender todo tipo de drogas y precursores, porque habían aportado dinero a la campaña política.
Mientras farmacias y laboratorios debían declarar en la SEDRONAR hasta el último mililitro de Alcohol o de Acetona empleados en las más simples y conocidas fórmulas de remedios, esas “droguerías” ingresaban 15 toneladas de Efedrina por año sin dar explicaciones.
Aunque algunos de estos falsos empresarios están presos, otros siguen llenándose los bolsillos con dinero sucio, proveyendo –a espaldas del Farmacéutico director técnico del establecimiento- los insumos y precursores químicos que los narcotraficantes necesitan para mantener vivo su millonario negocio.
Describo la situación en tiempo presente porque la prohibición de ingresar Efedrina que dictó ANMAT en 2008 no terminó con el problema. Existen alternativas farmacéuticas como Pseudoefedrina, Adrenalina y Loratadina, incluidas en fórmulas de medicamentos antigripales y antialérgicos, con las que se sigue produciendo éxtasis y otras drogas sintéticas.
Hay 18 marcas de remedios que contienen Pseudoefedrina, 12 con Loratadina y 5 con Adrenalina que son provistas por estas “droguerías” o directamente compradas o robadas en farmacias para elaborar Metaanfetamina. Por eso otros países como EEUU ponen límite a la cantidad de antigripales que una persona puede adquirir en farmacia.
Lo que agrava el problema en nuestro país es que kioscos, supermercados, gimnasios y páginas web venden indiscriminadamente medicamentos, constituyéndose en proveedores alternativos de narcos y del mercado negro de remedios robados, adulterados y falsificados.
Si bien los medicamentos fabricados en Argentina son de calidad, su desregulada comercialización y sobreestimulado consumo, que genera enfermedades y muertes, es un imán para el delito y el narcotráfico.
La “mafia de los medicamentos”, dedicada a falsificar troqueles, adulterar historias clínicas y medicamentos de alto costo para cobrar su reintegro, es otra prueba de la suciedad que rodea un ámbito que fue sagrado y reservado a la ciencia y la salud.
La droga genera suficiente dinero para comprar insumos y voluntades. Por eso urge una solución política para el problema. No alcanza con decir: “vamos a combatir al narcotráfico”.
Una verdadera y adecuada política debe asegurar en cuántos productos terminados se convierte cada miligramo de sustancia química ingresada al país, y quienes los elaboran, prescriben, dispensan
y consumen. La tecnología lo permite, pero debe haber decisión política.
Además de infraestructura y equipamiento, debe exigirse condiciones éticas a los propietarios de establecimientos productores, importadores o distribuidores de productos químicos, y respetarse la función del Farmacéutico, que ya no es el dueño del local, sino un profesional universitario en relación de dependencia que asume con su matrícula el control del lugar. De poco sirve que se le exija ser director técnico si no le hacen caso.
Aunque la droga se infiltró en la política, es evidente que no tenemos una política antidroga.
El nuevo gobierno tiene la oportunidad de honrar su nombre y “cambiar” narcotráfico, mafia de medicamentos y sicarios, por política de Estado. Veremos.
MARCELO PERETTA
Doctor en Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Secretario general del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos – SAFYB
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