Pautas para llegar sanos a la tercera edad
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Se llevó a cabo en Buenos Aires el ‘3º Foro Argentino para la Tercera Edad’, en el que se abordaron algunos de los ejes principales para alcanzar una vejez activa, como controlar la hipertensión y otros factores de riesgo cardiovascular, un adecuado manejo de todo tipo de dolor y prevención o tratamiento de la depresión, dado el elevado impacto que pueden tener en la calidad de vida.
Especialistas destacan que debe realizarse un abordaje integral de la salud en la tercera edad, adonde se debe mirar al paciente en su conjunto: su historia, su estilo de vida actual, qué otras enfermedades presenta en simultáneo y qué tratamientos está recibiendo, entre otros temas.
Buenos Aires, 14 de abril de 2016 – Con la participación de destacados especialistas en Enfermedad Cardiovascular, Dolor y Depresión, se llevó a cabo recientemente en Buenos Aires el simposio denominado “3º Foro Argentino para la Tercera Edad”, un encuentro para profesionales de la salud en el que se brindaron consejos de prevención y tratamiento de algunas de las principales afecciones que se presentan a partir de los 60 años y que afectan considerablemente la calidad de vida.
Para llegar a ser un adulto mayor lo más sano posible, en buena medida, más allá de la carga genética que uno trae, la clave se encuentra en qué ha hecho uno a lo largo de su vida y qué hábitos nutricionales y patrones de actividad física ha tenido. Esto es crítico en la prevención de enfermedades cardiovasculares, por ejemplo. Tal como describió el Dr. Pablo Rodríguez, médico cardiólogo, Jefe de la Sección de Hipertensión Arterial del Sanatorio ‘Dr. Julio Méndez’, entre los factores de riesgo cardíaco, el control de la presión arterial es sumamente importante a la hora de hablar de un envejecimiento saludable.
“En definitiva, la hipertensión arterial es un fenómeno de envejecimiento precoz de diversas estructuras, como las vasculares. Una presión controlada significa un ritmo de envejecimiento vascular lógico. Un mal manejo de esta condición aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares como infarto, ACV e insuficiencia cardíaca, que pueden ocasionar la muerte o producir una discapacidad en ocasiones irreversible, lo que atenta directamente contra una tercera edad saludable”.
Es fundamental que el adulto mayor acuda al médico con frecuencia para que éste chequee su estado general de salud, indique nuevos estudios y constate si el tratamiento que está recibiendo sigue siendo el más conveniente. También es útil que la persona realice sistemáticamente un correcto registro de su presión arterial en casa, en las condiciones necesarias, con equipamiento adecuado y validado.
El hecho de que sea una enfermedad que no da síntomas, agregó el Dr. Rodríguez, “genera que la hipertensión arterial se diagnostique ocasionalmente en forma tardía. Cuanto más se demore su detección, más avanzará y habrá perjudicado a las estructuras típicamente afectadas, que son riñón, cerebro, corazón y arterias”.
Un envejecimiento activo, la llegada a la tercera edad de la manera más saludable posible, tiene que ver con haber tomado buenas decisiones de salud durante toda la vida. Sin lugar a dudas, completó el Dr. Rodríguez, “una de ellas es haberse hecho un control frecuente de los factores de riesgo cardiovascular, adonde la presión arterial es uno de los más importantes”.
El dolor en la tercera edad
El dolor deteriora notoriamente la calidad de vida en cualquier condición o etapa, pero la afecta particularmente en la tercera edad. En ocasiones, el dolor genera que la persona no quiera salir a hacer las compras, encontrarse con amigos o parientes, ‘para no molestar’ o ‘sentirse una carga’ para la familia.
“Poco a poco, el dolor que no es adecuadamente controlado puede ir cerrando al individuo, quitándole vida social e independencia. El dolor es la piedra que uno tira barranca abajo, pero si no es frenada a tiempo, puede transformarse en un alud para cuando llega a la base”, refirió el Dr. Gustavo Blanco, Jefe de la Unidad de Diagnóstico y Tratamiento del Dolor del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
Los dolores más frecuentes que refieren los pacientes añosos son los procesos degenerativos como la artrosis de rodilla, en la columna lumbar y cervical o dolor en articulaciones de manos y hombros. Todas las zonas que han sido más exigidas a lo largo de los años comienzan a ‘quejarse’.
El manejo del dolor en pacientes añosos exige una atención especial por parte del especialista. “Es preciso conocer mucho del día a día del paciente, si vive solo, si tiene independencia para desplazarse, si suele salir de su casa o no, si duerme bien y si se alimenta lo suficiente”, sostuvo el Dr. Gustavo Blanco, quien también es Director del Curso de Posgrado de Medicina del Dolor de la Universidad Favaloro.
“No podemos abordar de la misma manera el cuadro de dolor de un individuo de 70 años que se vale por sí mismo, que juega al tenis y lleva una vida activa, que el caso de un paciente de esa edad que fue operado de la cadera y sólo camina unos pocos pasos al día dentro de su casa”, añadió.
Según afirmó el especialista, los casos de pacientes añosos se suelen considerar situaciones dolorosas ‘especiales’, porque este grupo -por el hecho de tener más edad- “suele presentar a la vez otras condiciones muy diversas como trastornos digestivos, diabetes, hipertensión, infarto previo, angina de pecho, osteoporosis, enfermedad de Parkinson, algún tipo de demencia, enfermedades oftalmológicas, entre muchas otras. Por lo tanto, el abordaje terapéutico de su cuadro de dolor deja de ser simple y pasa a ser una situación muy compleja”.
En general, agregó, “el paciente demora en consultar al especialista en dolor y pasa muchos años de su vida soportando un flagelo cotidiano innecesariamente. Envejecer, el paso del tiempo, no tiene por qué causar dolor físico, puede hacerse mucho al respecto, aunque algunos médicos estén más concentrados en otras condiciones del paciente, minimizando o desatendiendo el dolor sin justificación alguna”.
La depresión en la tercera edad
El tercero de los temas abordados en el Foro fue la depresión, que constituye la segunda causa de carga de enfermedad global a nivel mundial (la carga de enfermedad es un conjunto de estimaciones de morbilidad y mortalidad en las poblaciones, que permite cuantificar de forma comparativa la pérdida del estado de salud).
El adulto mayor puede estar más expuesto a enfermedades por una cierta disminución inmunitaria, a la pérdida de los vínculos significativos, a la falta de comunicación o al aislamiento. Sufre además el paulatino deterioro de las funciones corporales y la incómoda presencia de síntomas dolorosos. “Con el dolor y la depresión ocurre un círculo vicioso: por la depresión, le duelen partes que antes no le dolían y lo que sí le dolía, le duele más; y… el dolor, es deprimente. La depresión genera un impacto muy severo en la calidad de vida”, remarcó el Dr. Sergio Rojtenberg, coordinador de la Sección de Trastornos Afectivos de la Asociación Psiquiátrica de América Latina.
Los cuadros de depresión en el adulto mayor son multifactoriales. Puede darse la reactualización de un cuadro preexistente o desencadenarse por una situación de vulnerabilidad, un factor precipitante como pérdidas, crisis de la mediana edad, jubilación, disminución del poder adquisitivo o migración de los hijos, entre muchos otros.
A diferencia de cuadros de depresión durante otras etapas de la vida, aclaró el Dr. Rojtenberg, “aquí se ven acentuados los procesos de pérdida de memoria, atención y concentración. La depresión es una enfermedad sistémica, no es un mero cambio de estado de ánimo. Afecta al cerebro, al corazón y al sistema inmune. Está demostrado que las enfermedades inflamatorias se ven notoriamente perjudicadas por la depresión”.
El ‘3º Foro Argentino para la Tercera Edad’ está alineado con una iniciativa global denominada Get Old, impulsada por el laboratorio Pfizer con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas en todas las etapas. Este programa aspira a que más gente viva más y mejor en la tercera edad y promueve un espacio de diálogo acerca del envejecimiento y el conocimiento sobre la manera en que las familias y la sociedad se enfrentan a esa etapa de la vida.