Medicamentos de alto costo, un mercado monopólico

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Precios exorbitantes, falta de transparencia y abusos de mercado que han comenzando a despabilar también a los países ricos, fueron algunas de las conclusiones del Segundo Foro de Medicamentos de Alto Costo organizado por Femeba.

Perla Mordujovich de Buschiazzo, directora del Centro de Farmacología de la UNLP, advirtió que “falta transparencia” con el precio de los medicamentos y que “el sector industrial se ha deslindado de las necesidades de la gente”.

Perla Mordujovich lamentó que “el escaso uso de las flexibilidades” que concede el acuerdo de Doha sobre propiedad intelectual, para que los gobiernos rompan las patentes cuando hay abusos de precios o necesidades sanitarias.

Por el contrario, agregó, los acuerdos de libre comercio han provocado “un deterioro significativo” del acceso a los medicamentos en México, Colombia y Perú, entre otros países.

La profesional explicó que existen en el mercado alrededor de 10 mil presentaciones y se preguntó que “¿qué médico puede saber la eficacia de todos y además esa eficacia está documentada?”.

“Hay medicamentos de bajo valor terapéutico que se comercializan”, lamentó Mordujovich de Buschiazzo.

También advirtió que los sectores de menores recursos afrontar “una exclusión social importante” debido a que deben acudir a los hospitales públicos “con déficit presupuestarios” que carecen de medicamentos esenciales para atender las necesidades de la población.

Perla Mordujovich de Buschiazzo durante su exposición expuso dos gráficos sobre el desigual acceso a los medicamentos: el 16 por ciento de la población mundial de nivel más alto tiene acceso a 69 por ciento del gasto mundial de medicamentos, mientras que el 36 por ciento de nivel medio bajo, solo accede al 5 por ciento del gasto. El 11 por ciento más bajo, directamente accede a solo el 1 por ciento del gasto.

Para el sector alto de 49 países, el gasto en medicamento por cápita es 60 por ciento público y 40 por ciento privado, mientras que para el sector bajo de 32 países, el 78 por ciento del gasto es privado y 23 por ciento público.

El gasto total en salud para el sector alto, es 73 por ciento público y 27 por ciento privado, mientras que para el sector bajo, es 60 por ciento privado y 40 por ciento público.

“Entonces, antes de hablar de uso racional del medicamento hay que hablar del acceso al medicamento”, señaló la panelista, durante su exposición en Femeba.

También comparó las diferencias de precios existentes en el mercado, al mencionar que Glibenclamida 5 mg x 30 comprimidos, tiene presentaciones que difieren 11 veces entre el precio más caro y la presentación más barata.

Pero también la Capecitabina en tabletas de 500 mg, en Estados Unidos cuesta 2.880 dólares, en Argentina 924 dólares y se consigue a menor precio en Canadá a 840 dólares, Dinamarca a 837 dólares, Australia 743 dólares, España a 605 dólares, Costa Rica a 488 y finalmente la versión genérica en Islas Mauricio a 204 dólares.

“Para muchos lo que dice la industria es palabra santa, sin embargo NICE de Reino Unido, que no son comunistas, consiguieron reducir el precio de dos medicamentos”, informó la directora del centro de estudios platense.

Los dos medicamentos son Pertuzumab y Dasatinib de Roche y Bristol-MS, que bajaron sus precios para que NICE se los incluya en la seguridad social.

También Tailandia, uno de los países más poblados de la tierra, consiguió reducir 70 por ciento el precio de Oxaliplat (OXP), para tratamientos oncológicos, ahorrándose 4,75 mil millones de dólares anuales.

En tal sentido, resaltó que Brasil está asumiendo un procedimiento similar a NICE, con su evaluación de costo/efectividad.

“El acceso al medicamento es un problema de salud, de derecho, de bioética, que debe ser adoptada como política de Estado”, propuso Perla Mordujovich de Buschiazzo, pero mientras tanto “el derecho de patentes es privilegiado sobre los Derechos Humanos de acceder a los medicamentos”.

Por último, Perla Mordujovich pidió una “política internacional de Uso Racional de Medicamentos, que garantice el acceso con equidad a medicamentos esenciales, eficaces, efectivos y de calidad”.

Martín Cañas, profesor de Farmacoepidemiología de las universidades de la Plata y Arturo Jauretche, miembro del Grupo Argentino para el Uso Racional del Medicamento, y asesor de Femeba, coincidió que las flexibilidades contempladas en los acuerdos ADPIC de la Ronda Doha de la OMC, se han utilizado muy poco.

Por el contrario, aparecen en el mercado patentados medicamentos de que repiten fórmulas conocidas. Por ejemplo, citó que en Estados Unidos entre 2009 y 2013 se aprobaron 51 antineoplásicos de los cuales 30 por ciento eran “me too” (yo también) y 70 por ciento variantes subrogadas.

También citó el boletín independiente Prescripe de Francia (hay una edición en inglés) que comprobó que entre 2003 y 2012 solo el 0,1 por ciento de los nuevos medicamentos eran realmente innovadores, mientras que el 67 por ciento no aportaban nada nuevo, el 7 por ciento “algún beneficio” y el 16 por ciento fueron catalogados de “eventualmente útiles”.

Cañas citó un reciente informe de la AAPM sobre diferencias de precios superiores al 200 por ciento entre el mercado argentino con Reino Unido y España, y agregó que ese desfasaje también se expresa con la mayoría de los países de la región que, por otra parte, no se benefician con los ensayos clínicos de nuevos medicamentos que se realizan en sus sistemas de salud.

El profesional propuso consultar la Revista Salud Colectiva de la Universidad Nacional de Lanús sobre estos estudios comparativos y un reciente estudio de la revista británica The Lancet titulado “Essential Medicines Universal Health” y elogió el informe del Panel de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre el Acceso a los Medicamentos, pero a continuación aclaró: “cuando los ricos tienen problemas, la ONU se pone las pilas”.

El problema, precisó Cañas, es la aparición de los biológicos de segunda generación, incluidos los monoclonales, que en Argentina “son más caros, porque el mercado resiste la competencia, mientras el consumo aumenta en forma sostenida”.

Es así que Imatinib 100 mg x 180 en su versión patentada de Glivec de Novartis se vende en el país a 74.756,66 pesos ubicándose en la mitad de una tabla de precios, que Cañas expuso ante el auditorio. Otras cuatro versiones de biosimilares cuestan más caro que el original, porque “todos se subieron al techo”.

También en el caso de Erlotinib, la versión original de Roche, cuya marcha comercial es Tarceva, tiene tres versiones biosimilares más caras en Argentina.

Entre 1986 y 2014 los biológicos representaron el 15 por ciento de los nuevos fármacos patentados, entre 2005 y 2014 creció al 20 por ciento de 55 nuevos fármacos y en 2014 se registraron 11 nuevos medicamentos biológicos, el número más alto hasta ahora.

Los nuevos registros de biológicos apuntan esencialmente a los oncológicos, “pero las variables son débiles, sin datos de eficacia ni certeza de su utilidad terapéutica”, agregó Cañas, que recomendó leer una nota crítica de la periodista y economista Mariana Mazzucato en el BMJ, sobre el costo de las nuevas drogas. Una copia traducida al español está disponible en la página digital de Femeba.

Básicamente, el planteo de Mazzucato que rebota cada vez con más fuerte en los países desarrollados es que los Estados deben garantizar que los avances terapéuticos sean accesibles para todos y no solo rentables para los fabricantes”.

En 2014, el mercado mundial de medicamentos facturó un billón de dólares, de los cuales alrededor de 200 mil millones fueron por biotecnológicos, seis de los 10 medicamentos top fueron biotecnológicos y 10 de los 15 de mayor venta, también fueron biológicos.

En consonancia, Roche aumentó de 31 a 69 por ciento su facturación por biológicos y Sanofi creció del 17 al 41 por ciento en igual segmento durante 2014.

Pero, precisamente la amenaza para las multinacionales que han comenzado a perder las patentes de estos medicamentos y el proceso se acelerará hasta 2018, según un informe de Evalute Pharma.