El desarrollo de una vacuna contra la pandemia COVID 19 en tiempo récord podría convertirse en un hito para la humanidad, aun cuando exista como efecto colateral una indisimulada disputada geopolítica, señalaron biólogos del CONICET.

“Es inédito lo que estamos atravesando y es muy positivo que tengamos 28 vacunas candidatas en pocos meses cuando lo habitual es que el desarrollo de una vacuna tarde de cinco a quince años”, destacó Daniela Hozbor, integrante del Centro Científico Tecnológico CONICET de la Plata y de la UNLP.

Aún cuando existen disputas “geopolíticas” en torno al desarrollo de la vacuna COVID 19 entre Rusia, Estados Unidos y China,  Hozbor estimó que la “sinergia del esfuerzo mancomunado” se está imponiendo a esas rivalidades.

Si en tan breve tiempo y sumando esfuerzos globalizados finalmente el éxito se concreta en una o varias vacunas COVID 19 “será un hito para la humanidad y deberíamos pedir que persista como modelo futuro y no solo para la pandemia”, subrayó Hozbor, durante una videoconferencia organizada por Liberación-Corriente de Universidad Ciencia y Tecnología.

Angel Cataldi, también investigador del CONICET y del INTA-Castelar, coincidió que “la velocidad de los acuerdos internacionales deja una enseñanza importante” y resaltó que el origen de todas las vacunas candidatas han sido consorcios y laboratorios públicos, que luego transfieren tecnología a compañías farmacéuticas privadas para su producción a escala industrial.

En tal sentido, Cataldi y Hozbor destacaron que es muy positivo que la vacuna de Oxford será producida también en Argentina por el laboratorio mAxience en virtud de su asociación con AstraZeneca.

“Es muy positivo porque no hay un montón de fábricas de vacunas en el mundo y producir vacunas exige cumplir con todos los estadios de control y efectividad”, remarcó Hozbor.

Cataldi a su vez mencionó que la vacuna producida en Argentina “será de un laboratorio nacional pero no de un laboratorio público” y lamentó que “la mayoría de las vacunas que integran el calendario nacional no fueron desarrolladas en el país ni fabricadas en Argentina”.

La excepción que mencionó Cataldi es la BCG contra la tuberculosis que con una producción acotada garantiza el Instituto Biológico Tomas Perón de La Plata.

Los expositores destacaron también como positivo que “haya mas de una vacuna porque así no habrá un solo país que tenga el monopolio”.

Cataldi mencionó que en Brasil los ensayos clínicos de las vacunas candidatas se realizan en los Estados de San Pablo y de Pará, “pese al gobierno negacionista de (Jair) Bolsonaro”.

A su vez, Bélen Herrero de CONICET/Flacso, agregó que “pese al derecho a la salud, hay grupos poblacionales que no reciben vacunas y en consecuencia los resultados de las campañas de vacunación pueden perderse en poco tiempo”.

Precisamente, durante la videoconferencia se mencionó el error de haber “bajado la guardia” en las campañas de vacunación contra el sarampión, que provocó que el virus volviese a ingresar a Latinoamérica y Argentina.