LA CULPA NO ES DEL MURCIÉLAGO
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La consecuencia más importante de la pandemia “es que ha subrayado el origen social” del virus y cuyas causas proseguirán “al margen de la vacuna protectora”, si no se aborda un proyecto más amplio que reduzca las inequidades sociales y la protección del medio ambiente, sostuvo la bióloga Irene Wais.
“Una solución solo biomédica fracasará si no se ponen en debate otras cuestiones, porque la inequidad social hace que las enfermedades sean crónicas”, afirmó Wais, durante un zoom organizado por el centro de profesionales farmacéuticos CEPROFAR.
Miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente y docente universitaria de la UBA, Wais afirmó que la pandemia de COVID “exacerbó las condiciones ambientales como la falta de agua en barrios vulnerables o que ya eran vulnerados desde antes”.
La pandemia puso en evidencia “la vulnerabilidad en sectores ya vulnerables y desnudó conflictos sociales subyacentes como la falta de agua y de viviendas y la degradación del ecosistema”, enfatizó.
Wais acordó que la pandemia se desató a partir de la manipulación de especies silvestres como el murciélago, en mercados de animales vivos de Hubei, China, donde comenzó la expansión del virus.
“Se trata de un virus natural sin ninguna duda y la alteración de los ámbitos naturales y la necesidad de adaptarse a nuevos ámbitos, ha puesto a muchas especies, incluidos los murciélagos, en contacto con poblaciones de humanos y con animales domésticos”, explicó.
Los murciélagos poseen cargas virales que se amplifican cuando se transmiten a otro portador, reseñó la expositora. Incluso mencionó que existen alrededor de 1,7 millones de virus en animales silvestres, escasamente conocidos porque no han infectado al hombre.
“El nudo del problema es el contacto humano con las especies silvestres, ya había pasado con el SARS y ahora con la mutación del virus SARS-CoV-2”, subrayó.
Weis explicó sobre la aparición de una nueva variante del SARS-CoV-2 en Dinamarca, que “nadie sabe muy bien el origen, solo especulaciones sobre siete tipos de mutaciones” que se fue expandiendo a través de 207 granjas de visones por “personal golondrina” que trabaja en esos establecimientos.
El gobierno de Dinamarca ordenó el sacrificio de 17 millones de visones y la pérdida para los criadores ha sido estimada en 700 millones de dólares.
Sin embargo, Weis anticipó que aún con la eliminación de los visones “la transmisión no desaparecerá porque se informó de 283 casos detectados que pueden seguir transmitiendo esta nueva variante”.
En tal sentido, Weis alertó que “también hay un brote de gripe aviar en Japón” y de persistir “el actual método de explotación y consumo nos llevará al desastre”.
Weis citó al zoólogo británico Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, una organización no gubernamental sin fines de lucro, quien dijo que “no hay gran misterio en el origen de este virus, que es producto de desajustes ambientales”.
Daszak avisó que “las vacunas no evitaran otras epidemias porque la cuestión es abordar la prevención además de la reacción de las vacunas, atendiendo a la protección del ambiente natural”.
Weis -citando estudios internacionales- calculó que el daño económico de la pandemia en julio había sido estimado de 8 a 16 billones de dólares, cuando el costo de reducir la pandemia hubiese sido tres veces menor”.
La bióloga especializada en ecología en Oregon State University y con Posgrado Internacional en Evaluación de Impactos Ambientales de la Universidad Nacional Autónoma de México, destacó la ventaja que aporta la vacuna rusa en la logística que demanda una campaña nacional de vacunación.
“La vacuna rusa es en polvo y se diluye en un excipiente y en consecuencia no necesita refrigeración, lo que facilitará la distribución en los lugares más remotos del país”, destacó.
“En los vacunatorios del AMBA será más fácil vacunar con cualquier vacuna, pero la Argentina no termina en la General Paz y en algunos parajes del interior del país será más fácil distribuir una vacuna en polvo”, comparó, al responder consultas de los participantes canalizadas por la moderadora María Cruz Mollo.
Al mismo tiempo enfatizó que “me parece un disparate que periodistas especializados en política, o que son periodistas deportivos o conductores de programas de televisión de espectáculos, digan pavadas sobre la vacuna rusa sin evidencias científicas”.
Weis también alertó que la margen de la pandemia, existe una sindemia global de enfermedades prexistentes e interrelacionadas como la obesidad, la desnutrición y los efectos del cambio climático.
“Esa sindemia es más grave porque afecta a más países y a la mayoría de las personas”, subrayó.
Por último, denunció que existe una presión de la industria alimentaria para que el Senado no apruebe la Ley de Etiquetado Frontal de Alimentos que ya cuenta con media sanción de diputados.