Priti Patnaik
Editora y fundador de Geneva Health Files

El continuo error en torno a los preciados certificados de vacunas de la Unión Europea, que no reconocen algunas vacunas aprobadas por la OMS, ha devuelto a la vida recuerdos sobre disfunciones gubernamentales.

Habiendo pasado una parte sustancial de mi vida en la India, estoy acostumbrada durante mucho tiempo a retrasos burocráticos, formas inexplicables y complicadas en las que la burocracia consume horas productivas.

Es un hecho de la vida. Los indios explican sobre todo las sorpresas inesperadas de los servidores públicos poco imaginativos que ponen la letra de la ley por encima del espíritu de la misma y, a menudo, son reacios al sentido común.

Ver subir las barreras de las vacunas en la UE, a raíz de las restricciones a la exportación y el acaparamiento de vacunas, ha demostrado la falta total no solo de empatía sino también de imaginación en las burocracias.

Profesionales y estudiantes de diferentes partes del mundo están luchando para viajar y cumplir con las obligaciones contractuales, simplemente porque han recibido una vacuna no aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (aunque aprobada por el Procedimiento de Listado de Uso de Emergencia (EUL) de la OMS).

Los costos para las familias son un costo creciente, en un mundo ya desgarrado por la incertidumbre.

Esto también habla de la relevancia del mandato cada vez menor de la OMS para persuadir a los estados miembros de que tomen decisiones políticas coordinadas, no solo para el acceso equitativo a los productos médicos, sino también para facilitar reglas de viaje coherentes.

Si ciertas vacunas quedan fuera de las grietas del mosaico regulatorio, la carga afectará de manera desproporcionada a algunos países más que a otros.

El estado de cosas es un cóctel de consideraciones políticas, económicas y comerciales que arrasan con las consideraciones de derechos humanos.