CÁNCER: EL ENEMIGO QUE ELEGIMOS NO COMBATIR

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La mitad de las muertes por cáncer podrían evitarse. La pregunta es: ¿por qué no lo hacemos?

El cáncer no llega por sorpresa. No siempre. En muchos casos, se anuncia. Se gesta lentamente, alimentado por decisiones cotidianas: una comida ultraprocesada aquí, un cigarro allá, la caminata que se pospone, la vacuna que nunca llega. No es un castigo divino ni una maldición genética inevitable. Es, con frecuencia, la factura por estilos de vida que la ciencia lleva décadas advirtiendo que nos matan.

Y sin embargo, seguimos como si nada.

Un nuevo estudio global publicado en The Lancet pone en blanco y negro una verdad incómoda: de los más de 10 millones de muertos por cáncer en 2023, el 42% falleció por causas que podrían haberse evitado. Hablamos de más de 4 millones de vidas que se apagaron innecesariamente.

La cifra es un puñetazo. Y lo peor: esto recién comienza.

En 1990, se diagnosticaron 9 millones de casos de cáncer. En 2023, fueron 18,5 millones. Y si no actuamos, para 2050 serán más de 30 millones de nuevos casos anuales. Las razones principales: más población, más personas mayores, y sobre todo, más exposición a factores de riesgo que ya conocemos pero que seguimos ignorando.

Tabaco, alcohol, obesidad, sedentarismo, contaminación, infecciones no controladas, dietas ultra industrializadas, sexo sin protección. Todo está escrito. Todo está documentado. Nada de esto es novedad.

Entonces, ¿por qué sigue pasando?

El tabaco mata. Punto.

No hay forma suave de decirlo: una de cada cinco muertes por cáncer está directamente relacionada con el tabaco. Es el asesino serial más consentido de nuestra historia reciente. En 2023, 20 años después de que muchos países implementaran leyes antitabaco, aún sigue siendo el factor de riesgo más letal y más evitable.

Y el problema no está solo en los cigarrillos. El vapeo, el tabaco masticado, incluso el humo de segunda mano, todos están en la lista negra de los expertos.

La batalla parecía ganada… pero no lo está.

¿Nos estamos comiendo el cáncer?

La dieta moderna es otro campo minado. Carne procesada, sal en exceso, azúcar por todos lados. Según el informe, la mala alimentación es uno de los principales motores del cáncer colorrectal, de estómago y de otros tantos. ¿La solución? Más frutas, más verduras, más cereales integrales. Pero parece que eso no entra en los reels de moda. Sumale el sedentarismo y la obesidad, y tenés un cóctel que, literalmente, te mata desde adentro.

Los oncólogos están viendo algo que los preocupa, mucho: el aumento de cáncer en menores de 50 años. Un fenómeno que antes era marginal y ahora crece año a año. El cáncer de colon, por ejemplo, está aumentando en adultos jóvenes. Y algunos expertos apuntan a un culpable poco considerado: el deterioro de la microbiota intestinal, esa comunidad de bacterias que ayudamos a destruir con cada combo XXL de comida ultraprocesada.

Estamos, sin saberlo, criando generaciones con más riesgo de desarrollar tumores antes de llegar a la mitad de sus vidas.

Desigualdad: el cáncer castiga más a los pobres

Aunque las tasas de mortalidad por cáncer han bajado en países ricos —como España, EE. UU. o China—, la historia es muy distinta en otras regiones. En India, por ejemplo, las muertes por cáncer han aumentado un 21% en 30 años. En Líbano, un escalofriante 80%.

¿La razón? El acceso a la prevención y tratamiento sigue siendo un privilegio. La posibilidad de detectar un tumor a tiempo, recibir quimioterapia, acceder a un médico especialista o simplemente vacunarse contra el VPH o la hepatitis B, todavía depende, en demasiados casos, de tu código postal.

¿Y si el cáncer no es una lotería, sino una consecuencia?

Hay algo profundamente incómodo en esta verdad: muchos de los tumores que se desarrollan no son fruto del azar, sino de contextos evitables. El informe detalla 44 factores de riesgo modificables, desde la contaminación del aire hasta la falta de ejercicio físico. La gran mayoría tienen soluciones claras. Solo falta algo: voluntad colectiva y política real.

Porque sí, dejar de fumar salva vidas. Comer mejor salva vidas. Vacunarse salva vidas. Y lo que hagamos hoy puede evitar millones de muertes mañana.

La ciencia no podría ser más clara. Sabemos qué provoca el cáncer. Sabemos cómo reducir su impacto. Y sabemos que si no hacemos nada, la situación será insostenible. No se trata solo de diagnósticos, tratamientos o terapias milagrosas. Se trata de prevención, de educación, de equidad.

El cáncer no es solo una enfermedad. Es un síntoma de cómo vivimos. Y podemos elegir vivir distinto.

 

Fuente: El País (España)