LAS MULTINACIONALES BUSCAN ELIMINAR COMPETENCIA DE NACIONALES

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La Cámara Argentina de Biotecnología (CAB) denunció la existencia de una “campaña internacional que busca imponer la diferenciación en la nomenclatura de los principios activos de medicamentos biosimilares, con el objetivo de concentrar el mercado y limitar la competencia”.

   “El objetivo central es crear un nuevo obstáculo a la libre competencia, con la finalidad de mantener un monopolio con precios abusivos. De esta manera, se vería dificultado el acceso de los pacientes a este tipo de productos más económicos”, denunció la CAB, que integran los laboratorios Chemo, Elea, Gador, Insud, PharmADN y Biogenésis-Bago, entre otras empresas nacionales.

   “Estas barreras monopólicas y burocráticas condicionan además la implementación de políticas sanitarias autónomas capaces de asegurar un mejor acceso de medicamentos de calidad a los pacientes”, denunció la Cámara Argentina de Biotecnología.

   Muchos de los laboratorios internacionales más grandes del mundo hoy también están desarrollando y produciendo biosimilares de sus propias competencias y “de ello resulta claro que esta campaña para fomentar el cambio de la nomenclatura de los biosimilares, no está basada en la calidad de los productos, sino en generar confusión en la comunidad médica y en los pacientes”, alertó la CAB.

   “Cualquier cambio en el sistema actual de nomenclatura, no sólo impactaría en los laboratorios que buscan fabricar biosimilares sino que también limitaría la capacidad de desarrollo productivo del país, así como la posibilidad de reducir los altos costos que estos tratamientos generan en la seguridad social”,  advirtió la  Cámara Argentina de Biotecnología.

    La cámara empresaria insistió que “los avances tecnológicos y la disponibilidad de nuevos equipamientos analíticos permiten garantizar los parámetros de comparabilidad”.

   “Más allá de ciertas campañas de desinformación por parte de laboratorios farmacéuticos monopólicos, los medicamentos biosimilares son aprobados internacionalmente cumpliendo requisitos delineados bajo guías específicas, emitidas por agencias regulatorias  mundialmente reconocidas (OMS, FDA, EMA, ANMAT, ANVISA)”, precisó la CAB.

    Los productos biofarmacéuticos representan el 15 por ciento de la facturación y el 4 por ciento de las unidades del mercado farmacéutico global.

    El ingreso de los biofarmacéuticos generó una verdadera revolución terapéutica que permitió el tratamiento de patologías que, hasta ese momento, no contaban con opciones de tratamiento tan eficaces.

    Paralelamente, generaron un impacto muy significativo en los  presupuestos de salud, dado su alto precio.

    “Como consecuencia, los sistemas de salud pública y privada se encuentran amenazados, razón por la cual varios países han quitado de la lista de reembolso a algunos de estos productos, por no poder afrontar su alto costo”, remarcó la CAB.

    La introducción de los medicamentos biosimilares ha contribuido, a través de la competencia, a la reducción de los precios respecto a los productos originales. De esta manera  se ha reducido significativamente el gasto en medicamentos para la seguridad social, facilitando el mayor acceso de pacientes a los tratamientos.

    Hasta el presente, no hay antecedentes de  producción de medicamentos bioterapéuticos por parte de laboratorios internacionales en Argentina.

    En cambio, Argentina es líder en el desarrollo y producción de biofarmacéuticos en la región, a partir del grado de desarrollo de su industria farmacéutica, sus recursos científicos especializados, y su experiencia de más de 20 años produciendo biosimilares a precios accesibles.

    “Hoy, productos muy importantes, como por ejemplo la eritropoyetina, son producidos y comercializados exclusivamente por empresas nacionales ya que el producto original fue retirado de nuestro mercado”, resaltó la CAB.

    El Laboratorio Industrial Farmacéutico de Santa Fe (LIF), anunció recientemente la producción de eritropoyetina en su planta provincial.

    La Organización Mundial de la Salud desde 1953 asigna y administra el sistema de nomenclatura de los principios activos farmacéuticos y biofarmacéuticos (DCI, Denominación Común Internacional, Nombre No Propietario Internacional, INN- International Nonpropietary Name).

   “Este sistema ha permitido a lo largo de los años la correcta prescripción de medicamentos a nivel mundial y ha sido adoptado por las agencias regulatorias en sus respectivas farmacopeas”, completó la CAB.